En los barrios del conurbano en agosto la Canasta de Alimentos aumentó 10,06%. En un año subió 63,87%


En los últimos doce meses el gobierno reemplazó el programa de “precios cuidados” por el de “precios esenciales”, eliminó el IVA de varios de estos productos de la Canasta Básica e indujo una fuerte caída  del consumo. El poder adquisitivo de salarios,  jubilaciones y asignaciones sociales y el consumo decayeron, pero los precios no dejaron de aumentar.

Escriben Isaac Rudnik y Juan Fresno

Según el relevamiento mensual de los 57 productos de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) en 320 comercios del conurbano bonaerense, en agosto los precios aumentaron 10,06%. Una familia de dos adultos y dos niños/as pequeños/as, en julio precisaba para solventar sus gastos mínimos de alimentación $11.923,33 y en agosto para cubrir los mismos gastos requería $13.122,23 o sea unos $1200 más que treinta días antes.

Para adquirir todos los productos que componen la Canasta Básica Total (además de alimentos, transporte, tarifas, salud, educación, indumentaria, etc) y no caer por debajo de la línea de pobreza, la misma familia necesitó en julio $29.927,56 y en agosto $32.936,80 (o sea tres mil pesos más).

En lo que va del año 2019 la Canasta de Alimentos se incrementó un 34%, pasando de valer $9.791,62 en diciembre pasado a $13.122,23 en agosto. Mientras que en doce meses (desde agosto de 2018) los precios de los alimentos básicos subieron 63,87%.

Desde agosto del año anterior los alimentos que más subieron están encabezados por los lácteos (leche fluida, quesos cuartirolo y rallar, yogurt) que aumentaron un 100%; verduras como la cebolla (116,67%), las papas (100%), lechuga (77,78%); frutas (bananas y manzanas (72%); yerba (95%) o aceite mezcla (72%).

En este período de un año el gobierno reemplazó el programa de “precios cuidados” por el de “precios esenciales”, eliminó el IVA de varios de estos productos de la Canasta Básica impulsó y sostuvo una brutal restricción monetaria de la mano de una fuerte caída de salarios, jubilaciones y asignaciones sociales, todo lo cual produjo una enorme caída del consumo que en el marco del “libre juego de oferta y demanda” debía producir un descenso de la inflación. El poder adquisitivo de salarios,  jubilaciones y asignaciones sociales y el consumo decayeron, pero los precios no dejaron de aumentar.

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