El control del precio de los alimentos. la Junta Nacional de Granos y las experiencias vigentes en todo el mundo

En todo el mundo, los mecanismos de intervención y control del estado para garantizar la producción y la provisión de alimentos a la población de cada país están muy lejos de haber desaparecido.

Escribe: Rubén Ciani*

La suba del precio de los alimentos registrada en línea con  la devaluación post PASO 2019, puso nuevamente en debate la vigencia de la Junta Nacional de Granos (JNG),  un organismo que reguló el mercado argentino de granos durante casi sesenta años.

Los entes reguladores del mercado de granos existentes en el mundo  pre-globalización, tenían, como nuestra JNG múltiples funciones, varias de las cuales se vinculaban con el abastecimiento interno de alimentos. A diferencia de lo sucedido en Argentina,  que desarticuló todas las funciones de la JNG, en la mayoría del resto de los países se mantuvieron líneas de acción que en forma directa o indirecta apuntaban a la política alimentaria.

 

Los graves problemas  alimentarios que tiene Argentina, con un 35% de la población en condiciones de pobreza y un 12% de indigencia, ameritan repensar la estructuración de una política alimentaria que supere al asistencialismo y se vincule con el desarrollo socioeconómico. En ese marco, la seguridad de abastecimiento y la estabilidad del precio de los alimentos, juegan un rol central.

 

El punto de debate

En primer lugar debemos señalar que el debate relanzado luego de las PASO 2019, no estuvo dominado por  una postura nostálgica que reclamara el renacimiento de la JNG, sino que se planteo sólo una actividad de la misma, su programa de trigo,  como referencia a la falta de una política alimentaria consistente, que incluya la estabilización del precio interno alimentos en los procesos inflacionarios.

En el marco de ese programa de trigo, la JNG compraba a los productores un volumen establecido de trigo en la abundancia de la cosecha; dándole  sostén al precio que aquellos recibían por su producción; en tanto que  cuando se observaba escasez del cereal en el mercado interno, vendía ese trigo a los molinos harineros, poniéndolo de esta forma un techo al precio de alimentos  básicos, como lo son la harina y el pan.

En suma, estabilizaba el precio del trigo sosteniendo el ingreso de los productores agrícolas y, al mismo tiempo, limitando el gasto de los consumidores. Los costos del programa eran sólo financieros y de almacenaje.

Seguramente, no es necesario refundar la JNG ni su programa de trigo tal cual era en los años de su existencia. Si parece imprescindible estabilizar el precio de los alimentos, para lo cual dicha experiencia es una referencia importante.

Algunos aspectos históricos relevantes de la JNG

La JNG fue creada en 1933, en época de ideología liberal,  con el nombre de Junta Reguladora de Granos. Continuó su vigencia, con diferentes denominaciones, coexistiendo con regímenes militares o democráticos;  como con así también con tendencias económicas que iban desde aquellas mal denominadas de “intervencionismo populista”, hasta las que proponían “achicar el estado para agrandar la nación”.

Precisamente, durante el gobierno de la denominada “Revolución Libertadora”, asume el nombre de  Junta Nacional de Granos (JNG), el que mantiene   hasta 1992, cuando se concreta su disolución definitiva en el proceso de desregulación económica del gobierno de Menen.

Era un organismo que regulaba el comercio de granos, a partir de múltiples funciones entre las que se destacan, además de la ya comentada: a) Regular los contratos de compraventa; b) Garantizar la entrega de mercadería; c) Fijar estándar de calidad; d) Operar los elevadores portuarios de carga de granos, d) Efectuar ventas al exterior para sostener el precio a los productores, e) Cumplir los convenios bilaterales, etc.

La JNG coexistía a nivel mundial, con una  variedad de organismos y programas que participaban en el  mercado de granos mundial e interno de sus países. Estos surgieron durante la crisis del 30, con el objetivo de salvaguardar a los productores agrícolas (Las Juntas de Trigo en Australia y Canadá, el Farm Bill en Estados Unidos, etc.); pero luego de la segunda guerra mundial, cuando además se conforma la PAC en Europa, incorporaron a la seguridad alimentaria, como eje de sus actividades,

Si bien disolución de la JNG en los años noventa, estuvo en sintonía con la desregulación del comercio mundial de granos, que aconteció luego de la caída del bloque soviético y anticipando el proceso de globalización; a diferencia de lo registrado en otros países, aquí se dejó el movimiento del precio de los alimentos librado al mercado

En ese nuevo orden de mercado, se disolvió la emblemática AWB de Australia y parte de su operatoria pasó a una exportadora internacional, en tanto que la CWB de Canadá dejó de tener el monopolio del comercio. Sin embargo,  muchos   países mantuvieron programas con diferente grado de institucionalización, orientados a estabilizar el precio o participar en el mercado de alimentos para sus poblaciones. En Brasil dejó de existir la Junta Brasileña de Trigo, pero continuó la Comisión Nacional de Abastecimiento; en India sin ser monopólica sigue existiendo la Corporación Estatal de Comercio (STC), en China la Agencia Nacional de Granos, etc. Asimismo, el Farm Bill en Estados Unidos y la PAC en la Unión Europea, mantuvieron, en diferente grado, mecanismos asociados al movimiento de los precios, como base de su seguridad alimentaria.

Vale la pena explicar brevemente que el Farm Bill en Estados Unidos es un programa de subsidios que fue introducido en 1933 en el marco de la depresión económica de los años 30, que produjo una reducción generalizada de los precios agrícolas. El objetivo era garantizar precios adecuados a los productores y el abastecimiento de alimentos necesarios al país. A partir de mediados de los 70 el programa de subsidios incluyó cupones para alimentos destinados a las personas que se encuentran por debajo de la línea de pobreza. El Farm Bill tiene una cláusula por la que debe renovarse por aprobación legislativa cada cinco años, y cada vez que esto sucede se introducen actualizaciones. A partir de la crisis de 2008, los cupones para alimentos se fueron incrementando hasta cubrir el 80% del total del programa. La última renovación fue promulgada por Donald Trump en Diciembre pasado.

 

Por su lado la Política Agrícola Común de la Unión Europea (PAC) que sigue vigente, que está destinada a proporcionar alimentos accesibles a sus ciudadanos y precios justos a los agricultores, fue introducida en 1952. Desde sus inicios hasta los días que corren fue actualizada mediante diversas modificaciones en los años 80, en 1999, en 2003 y 2005, adquiriendo una importancia sustancial para la vida de la UE,  llegando a absorber hasta un 50% de su presupuesto común. Fue incorporando principios como la Seguridad Alimentaria, la gestión sostenible de los recursos naturales, la contemplación del cambio climático, el respeto a normas medioambientales, el control para la inocuidad de los alimentos, de la sanidad vegetal, y del bienestar de los animales, mientras impulsa un permanente incremento de la productividad y el abastecimiento de los alimentos a precios razonables.  O sea, que en ambas regiones los mecanismos de intervención y control del estado para garantizar la producción y la provisión de alimentos a la población de cada uno estos países están muy lejos de haber desaparecido.

 

La estabilidad del precio de los alimentos.

Por el contrario en la  Argentina actual, los instrumentos públicos de estabilización del precio de los alimentos son escasos o nulos.

La disolución de la JNG en 1992, no fue acompañada por la instrumentación de nuevos mecanismos de estabilización precios de alimentos al mercado interno.

En la década del 90 con un dólar fijo y precios de los granos en baja, su aplicación no apareció como necesaria. Pero en el nuevo siglo, con el estallido de la convertibilidad y la suba de los precios mundiales de productos primarios, los valores de los alimentos en Argentina aumentaron al ritmo de la variación del dólar y de los precios mundiales.

A partir de diciembre del 2015, con la aplicación de una política aperturista y de mercado, se eliminaron las retenciones (con excepción de la soja) y otros mecanismos de estabilización, que habían tenido un efecto relativo. La nueva  idea subyacente era que un mercado sin ninguna intervención  propendería una oferta amplia de alimentos, la que derivaría en una baja de los precios.

Esto último no sucedió, ya que las producciones aumentaron pero también los precios de los alimentos. La situación del trigo es un ejemplo. Su producción alcanzó volúmenes récord a partir del 2015, pero los precios de la harina y el pan se mantuvieron al tope de la escalada inflacionaria.

Lo que si se observó, es que los movimientos de dólar o de los precios internacionales  afectan sensiblemente al precio de los alimentos en nuestro mercado interno. Claramente internacionalizar el precio de los alimentos, en un país con un fuerte componente exportable, no genera estabilidad.

Argentina debe analizar la idea de disponer instrumentos de estabilización de precios, los que pueden ser arancelarios  o de cuotificación; de intervención permanente o como referencia testigo, de administración estatal o privada (cooperativas, productores, consumidores, etc); pero efectivos y orientados específicamente a mantener abastecimiento y estabilidad de precios. En este contexto, referenciarse en la JNG, así como en la experiencia mundial que está en curso, debe ser parte del análisis.

 *Lic Rubén Ciani es investigador del ISEPCi

Contacto: 11556167088