MÍSTICA, AMOR, COMPROMISO Y… MAGIA.

No hay que ser una persona feminista para estar a favor del aborto, pero si estas a favor del aborto somos compañeres, porque aunque nunca hayas abortado o pienses hacerlo, sabes lo que significa la empatía. Y a mi visión, la empatía es uno de los pilares para comprender la igualdad y la equidad.

                     Escribe: Daniela Gasparini*

La vida con pañuelo verde

En el momento que nos enteramos que el proyecto por la legalización del aborto volvía al Congreso, una compañera de Mumalá me preguntaba sobre “mi primer pañuelo” y yo le expresaba, mientras pensaba que no recordaba la fecha exacta, que fue hace varios años, antes de graduarme, cuando aún estudiaba la carrera de Psicología y comenzaba mi participación política en la UBA. Le dije: “no recuerdo cuando fue con precisión, pero recuerdo que en ese entonces comenzaba mi identificación con los feminismos, porque yo también me deconstruí y me convertí en una mujer nueva, en una mujer feminista, y en ese momento recuerdo que el color feminista era el violeta».

Recuerdo también que buscaba remeras o vestidos de color violeta cada vez que movilizaba para conquistar nuestros derechos, hasta que llegó el 2018 y a partir de ahí sentí fuertemente que en nuestro país empezaba a gestarse una nueva ola feminista que sería representada con el color verde. La sentí fuertemente, me invadió plenamente, y a partir de ese momento fue como renovar los votos con el feminismo. Fue una transición hacia algo muy grande, que pasaba de ser una bandera o una reivindicación a mi identidad definitiva, que no era sólo mía, era nuestra, de todas.

Hoy no concibo la vida sin ese distintivo pañuelo verde, ese pañuelo representa para mí el símbolo del feminismo en nuestra Argentina. Y lo creo firmemente porque sea donde estemos y en la situación que estemos, no importa que no nos conozcamos o por donde caminemos, al ver un pañuelo verde colgando de la mochila, cartera, cuello o puño de alguien más, sabemos que ya no estamos solas, sabemos que a partir de ahora, siempre hay alguien más.

Este hermoso y vibrante pañuelo verde es el indicio de que vamos camino a una nueva construcción social, más colectiva y sorora, porque cuando transitamos los espacios públicos, ya no nos sentimos solas, ver una hermana con el pañuelo nos da tranquilidad, confianza. El pacto entre nosotras, la seguridad, la complicidad, la fuerza, el poder, son todas características que se han asociado a los varones cis, pero ahora también empiezan a ser nuestros con más fuerza.  

Ese efecto subjetivo es colectivo, es multiplicador y tiene un gran impacto social. De eso es muy difícil volver. Creo que se viene gestando un cambio de paradigma, hay un movimiento hacia la igualdad y la equidad, hacia nuestra libertad que nos supera como personas individuales, se va derribando el discurso hegemónico patriarcal y se va construyendo un nuevo imaginario colectivo.

No hay que ser una persona feminista para estar a favor del aborto, pero si estas a favor del aborto somos compañeres, porque aunque nunca hayas abortado o pienses hacerlo, es porque sabes lo que significa la empatía. Y a mi visión, la empatía es uno de los pilares para comprender la igualdad y la equidad.

Como parte de una organización política, siempre que no hubo ley de acceso a nuestros derechos, el rol de las organizaciones políticas y sociales o de organizaciones y espacios militantes de acompañamiento feminista fueron y son imprescindibles. En un momento tan difícil, como el de transitar un aborto, estamos otras mujeres, las hermanas, las compañeras, las socorristas. DONDE NO HAY LEY, hay organizaciones, hay redes de contención y apoyo, y hay sobre todo compromiso desinteresado con el otre, lo que se resume en una palabra, columna vertebral para construir un país con igualdad de oportunidades, que es la SOLIDARIDAD.

Tantas brujas han matado por ser mujeres que luchan

Luchar por ABORTO LEGAL para mi es una de las emociones más grandes que transité en mis 36 años, porque es luchar contra tantos años de injusticias sobre cuerpos oprimidos y moldeados por el patriarcado, cuerpos que cargaron nuestras madres y abuelas con tanta represión y culpa que es imperdonable no reaccionar. Pero también porque no podemos permitir bajo ningún aspecto que eso le pase a las hijas de nuestra Matria.

Cuando discutimos ABORTO LEGAL lo discutimos con dolor y con pasión. Porque no queremos que en ningún rincón de nuestro país sigan obligando a parir a las niñas, porque las niñas tienen derecho a ser niñas y no la obligación de ser madres. Porque no queremos maternar sin desearlo, y porque que el aborto sea legal significa sacarlo de la clandestinidad y lograr que no muera ni una más por abortos mal practicados.

Los dolores que gritamos que tenemos, son inherentes a la grieta social porque quienes mueren por abortos clandestinos son las pobres. Ellas son quienes sufren las verdaderas consecuencias de los abortos clandestinos, y la mayoría de las personas pobres en nuestro país son mujeres cis y trans. Y en un país donde se ha consolidado la pobreza y la feminización de la pobreza no podemos ignorar la realidad ni mirar para otro lado.

En nuestras vidas la ideología machista no puede tener cabida, tantas brujas han matado por solo ser mujeres que decidían por sí mismas, por el odio entendido como misoginia. En cambio, permítanme decirles que el feminismo, por más radical que sea, jamás se ha valido de la vida de otres. El feminismo es una revolución sin odio. El aborto legal es el freno a la milenaria invasión que han hecho en nuestros territorios, nuestros cuerpos.

Y en este punto quiero decir algo importante, nadie va feliz a abortar. La idea de abortar viene con muchas emociones y conflictos: miedos, nervios, ansiedad, angustia, estrés. Todo esto no es un orden natural o biológico, porque todas estas emociones que transitamos cuando abortamos son una construcción social y cultural, es decir, que en la historia nos han impuesto qué es ser una mujer o cuál es nuestra función, y nos han ubicado en un lugar social de reproducción, como si fuera algo natural, biológico. Como si naciéramos para maternar. Cuando abortamos todo esto entra en conflicto.

Estas intervenciones sobre nosotras, las mujeres y las disidencias, son políticas, económicas, sociales y por supuesto patriarcales. Son las que nos moldean para jugar a las muñecas y fantasear desde niñas con ser madres, y durante el trascurso de nuestro desarrollo psíquico evolutivo, nos han moldeado culturalmente el cuerpo para parir y criar hijes, nos han ubicado en el lugar de OBJETOS reproductores.

Llevamos ciclos de deseos y decisiones no propias sobre nuestras vidas y nuestros cuerpos, ¿Entonces cómo se va a vivir un aborto sin conflictos emocionales? Entonces, no es casual, no es natural, es socio-cultural y patriarcal, y se instala fuertemente en nuestra vida, construyendo una subjetividad que es el resultado de procesos culturales donde los privilegiados son los otros con “o”.

Entonces, ante la ola verde que discute el fin del disciplinamiento a nuestros cuerpos, el fin al cuerpo del patriarcado, ¿Cómo no va a haber tribuna de resistencia?

Mística, Amor, Compromiso, y… ¡MAGIA!

Ante el avance de los movimientos feministas en la historia, el patriarcado ha reaccionado también. Y tras este movimiento conviven intereses económicos y políticos (Estados, Iglesias, sectores hegemónicos de la económica mundial que no están dispuestos a perder sus privilegios).

La resistencia de algunos sectores conservadores de la sociedad a que accedamos a más derechos, ya la vivimos, no nos sorprende, pero ¿Por qué resisten a una ley que tiene como antesala la promoción y prevención de la salud con medidas de implementación de la Educación Sexual Integral y la provisión de métodos anticonceptivos?

Bueno, porque más allá de los intereses económicos de los abortos clandestinos y religiosos históricos, nos da el principal derecho que podemos tener las mujeres y es la de TOMAR DECISIONES SOBRE NUESTRO PROPIO CUERPO. El acceso a decidir sobre nuestro cuerpo viene a deconstruir lo aprendido, lo instalado, es el principio del fin del cuerpo del patriarcado. Decidir sobre nuestro cuerpo es poner fin a las violencias, a los abusos y acosos, a las violaciones y mercantilizaciones a nuestros cuerpos.

Cuando decidimos avanzar con este derecho estábamos seguras que no había vuelta atrás. Decididas festejamos, lloramos, nos abrazamos en esa jornada histórica que logró media sanción en la Cámara de Diputados allá por el 2018. Siempre supimos que sería duro, que habría resistencia y al no conseguirlo por ese entonces, también lloramos, también nos abrazamos, tuvimos bronca, impotencia e indignación. Pero seguimos luchando hasta que llegó el 10 de diciembre de 2020, y luego de 40 horas sin dormir me siento a escribir esto que siento.

Fue un año duro, no estábamos preparades para recibir una pandemia, tuvimos miedo, ansiedad, sentimos frustrados muchos proyectos, perdimos personas queridas y aún no sabemos con precisión qué va a pasar. Pero lo que sí sabemos es que casi pisando fin de año, se reeditó el debate sobre aborto en el Congreso, y volvimos a las calles, ese lugar que me encanta porque es nuestro principal campo de batalla, nuestro piso para conquistar nuestros derechos.

Llegó el momento, pasamos una vigilia algo distinta a la del 2018, no somos las mismas, somos mejores. No era igual a aquella vez, en esta oportunidad hacía mucho calor y usábamos barbijos, pero noté lo que no cambia, estaban intactas esas miradas cómplices, esa tranquilidad de compartir la vigilia con esas hermanas que no sabemos ni cómo se llaman pero con quienes compartimos cosas muy importantes, esa indescriptible emoción de encontrarnos: la mística, el amor y el compromiso, ¡y la magia! Esa magia que emanamos cuando cantamos y bailamos, cuando luchamos con amor y alegría por todo lo que nos han negado, esos aquelarres incomparables, por esa magia moriría en cualquier hoguera de cualquier tiempo que sea. Con el pañuelo verde y por nuestro futuro, no puede cerrar este año tan duro, sin que sea ley.

Como decimos con mis compañeras

“Nos mueve el deseo de ser libres” 

#SeráLey!! 

*Daniela Gasparini es Psicóloga. Miembra de la Dirección Nacional y Responsable Política de CABA de Libres del Sur. Contacto: 1169271343