Por Melisa Lata*
En el marco del día de las infancias nos proponemos reflexionar sobre la situación de les niñes y adolescentes en nuestro país y el cumplimiento de sus derechos por parte de las distintas instancias de poder, en esta oportunidad en lo que respecta a la salud y alimentación.
INFANTILIZACIÓN DE LA POBREZA
De acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), relevados durante el 2do semestre de 2021, el 37,3% de la población argentina se encontraba por debajo de la línea de pobreza. Es decir 10,8 millones de personas en el país y, dentro de este conjunto, casi 2,4 millones se ubicaban por debajo de la línea de indigencia.
Si nos enfocamos en les niñes, las cifras son más que alarmantes, ya que indican que el 51,4% de las personas entre 0 a 14 años son pobres y, dentro de este porcentaje, el 12,6% son indigentes. Esto significa que más de la mitad de les niñes del país, más específicamente 5,5 millones, no pueden cubrir sus necesidades básicas tales como la vivienda, salud o alimentación. Este fenómeno, caracterizado por niveles de pobreza más elevados en la infancia, es conocido como infantilización de la pobreza.
EL FRÁGIL ACCESO A UNA ALIMENTACIÓN SALUDABLE
Es importante destacar que la salud y la alimentación son Derechos Humanos y Sociales inalienables que el Estado tiene la obligación de garantizar con políticas activas, integrales y universales. La alimentación inadecuada compromete el presente de les niñes, abre las puertas a enfermedades, tanto en lo inmediato como en la edad adulta; y limita su crecimiento y desarrollo integral tanto físico como psicosocial.
La “seguridad alimentaria”, implica que “todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana” (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 2018).[1] Por otro lado, la “inseguridad alimentaria” (IA) se trata de la insuficiente in-gestión de alimentos, que puede ser transitoria (cuando ocurre en épocas de crisis), estacional o crónica (cuando sucede de continuo).
El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) señala en uno de sus informes que: “En Argentina, los patrones alimentarios de NNyA han empeorado en las últimas décadas: el consumo de sodio y el de azúcar duplica el consumo máximo recomendado, también el consumo de frutas y ver-duras es muy bajo.
De acuerdo al resumen ejecutivo de ENNyS 2 (Encuesta Nacional de Nutrición y Salud 2019) la proporción de población que refiere haber consumido diariamente los alimentos recomendados como frutas frescas y verduras, carnes, leche, yogur o quesos, se encuentra por debajo de las recomendaciones, siendo más marcado en algunos casos como frutas y verduras. Coexistentemente la proporción de la población que refiere consumir diaria o frecuentemente alimentos no recomendados que poseen alto contenido de azúcar, grasas y sal y bajo valor nutricional, es alarmante y más frecuente se da en los grupos de situación de mayor vulnerabilidad.
Al comparar poblaciones según su edad, el patrón alimentario de NNyA es significativamente menos saludable que el de los adultos. Estos patrones de alimentación incrementan el riesgo de obesidad y de enfermedades no transmisibles como la hipertensión, enfermedad cardiovascular, diabetes, entre otras.
Esta realidad se relaciona con los rápidos cambios en nuestros sistemas alimentarios vividos en las últimas décadas. La oferta de productos altamente procesados ha crecido enormemente, sustituyendo en muchos casos a los alimentos frescos y naturales.
A esto se suma que las personas en condición de pobreza enfrentan mayores dificultades económicas para acceder a dietas sanas y saludables”.[2]
Los datos que arrojó nuestro Indicador Barrial de Situación Nutricional (IBSN), realizado en 20 provincias del país durante el 2021, indican que la malnutrición alcanza a un 42,1% de niñes y adolescentes que tienen entre 2 y 18 años. Entre los que predomina la obesidad (20.6%) y el sobrepeso (18.6%).
En general, les niñes integran familias en situación de alta vulnerabilidad socio-económica y asisten a comedores/merenderos, que funcionan como sostén pero no cuentan con los recursos para brindarles una alimentación saludable. La ausencia y/o insuficiente ingesta de nutrientes no solo deteriora su calidad de vida, sino que los trastornos nutricionales son reproductores de desigualdad social. Una buena nutrición se vuelve un factor clave para garantizar un futuro digno que permita cortar con los ciclos de niñes pobres –hijes de padres pobres.
Laura Lonatti, coordinadora del área de salud colectiva, nos adelantó que el mes que viene se tendrán los datos del Indicador Familiar de Acceso a Derechos y de allí se podrá extraer, entre otra información, cómo es actualmente el acceso a la alimentación de las familias que viven en barrios populares y asisten a comedores y merenderos.
También hay que tener en cuenta que según la Encuesta Rápida sobre la situación de la niñez y adolescencia de 2022 de UNICEF[3], en nuestro país más de un millón de niñas, niños y adolescentes en Argentina se priva de comer alguna comida -desayuno, almuerzo, merienda o cena- por falta de dinero. Es más, uno de cada tres hogares no puede afrontar los gastos corrientes con los ingresos mensuales que percibe.
Es esencial que el Estado asuma un rol activo y que garantice los derechos básicos de les niñes, como la salud y la alimentación, hoy claramente vulnerados. Resulta urgente reforzar y mejorar las políticas públicas de manera integral para impactar positivamente en la calidad de vida de les niñes.
LA NOTICIA QUE NO DEBIÓ EXISTIR
Hace unos días atrás en la Ciudad de Buenos Aires, mediante un comunicado, docentes de la Escuela N° 11 “República de Haití” del barrio de Barracas dijeron: “Hoy estamos atravesades por el dolor, la impotencia y la bronca frente a la pérdida de una niña de nuestra escuela, consecuencia de la ausencia y la desidia del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que sistemáticamente vulnera los derechos de nuestres pibis”.
Así comenzaba el comunicado por la muerte de una estudiante de 11 años de la institución que falleció el pasado lunes 15 de agosto.
La pequeña asistía a la escuela desde 2017 y actualmente estaba en 4° Grado de Primaria, era integrante de una familia en extrema vulnerabilidad y requería de un refuerzo hipercalórico de vianda por su condición médica, que no fue entregado pese a la intervención y pedidos institucionales a la defensoría zonal. El viernes 12 de Agosto, la niña se descompensó en su escuela y sus docentes llamaron al SAME, pero el auxilio no llegó y su familia la retiró del establecimiento. Finalmente, el lunes lamentablemente falleció en el Hospital Penna.
El 19 de agosto se supo a través de la página de la Procuración General de la Nación, el Informe de Autopsia de la pequeña, practicado por el Dr. Héctor Enrique Di Salvo, integrante del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, quien concluyó que la muerte de la niña fue producida por neumopatía bilateral. Desde la fiscalía a cargo de la investigación hicieron saber que del examen antropométrico surgía que presentaba “buen desarrollo óseo y muscular, en regular estado de nutrición” y del examen traumatológico se desprendió que el cuerpo no presentaba lesiones, no obstante continúan las investigaciones del hecho. [4]
Este caso puso en discusión nuevamente cuál es el rol del Estado y la necesidad de políticas públicas efectivas para proteger de forma integral la salud de nuestros peques.
Consultamos sobre el tema a Daniela Gasparini, psicóloga y dirigente de Libres del Sur en la Ciudad de Buenos Aires y esto nos dijo: “el caso de esta niña en la Ciudad de Buenos Aires, representa un profundo dolor y tiene que llamar a la reflexión. Hay que pensar en cada une de les pibes que están en la Ciudad por debajo de la línea de pobreza, pasando hambre o malnutrición, sin acceso a un sistema sanitario integral o sin contención institucional y multiplicarlo por cada una de las regiones de nuestro país entero; y hay que accionar, algunas personas tenemos ese compromiso, pero otras tienen la obligación”.
R: ¿Qué responsabilidad tiene el Gobierno de la Ciudad sobre esta situación?¿Que hace al respecto? ¿Qué debería hacer?
DG: -“Evidentemente hay algo que acá está fallando, no solamente coexisten problemas burocráticos con el mal manejo institucional de los organismos del Estado, que son los que deberían acompañar los procesos y desarrollos de les pibes, como el Ministerio de Educación, Salud, políticas públicas de niñez y adolescencia; sino la desatención a estos problemas, la carencia de política orientada al desarrollo integral de la niñez, no hay un proyecto sobre cómo resolver estas situaciones, está totalmente fuera de agenda. Ahí es donde se observa un Estado deficitario, vacío de política pública, y ahí es cuando suceden estas cosas.
La verdad es que a mí me impactó mucho el caso porque en buena parte esto es el doloroso resultado de un montón de dificultades que ha tenido tanto el Gobierno de la Ciudad como el Gobierno Nacional. Son los mismos modelos que cambian de nombre, acordémonos que Macri ya gobernó el país y Larreta es parte del mismo espacio político, igual que Soledad Acuña, que es la ministra de Educación, y lo mismo sucede a nivel nacional con el Frente de Todos. Están cada vez más alejados/as de las verdaderas dificultades y problemas que está atravesando la población, y así es cómo influyen las medidas políticas y económicas en la educación de les niñes.
Existe una ley que establece que se tiene que alimentar saludablemente, de forma variada y segura, a les pibes en edad escolar a través de determinadas políticas de promoción y prevención. Esta ley es la 3704 y su autoridad de aplicación es el Ministerio de Educación de la Ciudad.
Incluso si entras a la página del Gobierno de la Ciudad te aparece el programa sobre esta ley y cuáles son los servicios alimentarios que tienen que proveer a las escuelas públicas de la ciudad; sobre todo pensando que muchos chicos acuden a las escuelas doble turno y que esta es la única alimentación que tienen en el día. Es más, hasta hay un punto que habla de los refuerzos alimentarios que podrían necesitarte bajo diagnóstico y certificado médico, y sin embargo nadie puede dar fe de que eso se cumpla a rajatabla, o si se cumple en líneas generales, siguen existiendo complicaciones burocráticas en cuanto a los pedidos para casos particulares como puede ser una “refuerzo alimentario” o un acompañamiento psicológico o clínico inmediato. Por ejemplo, se ha observado que se ha recortado el yogurt que estaba en la dieta de lxs chicxs, ya no está más. También se pueden observar que las raciones que les dan en el almuerzo son muy pequeñas o que no pueden repetir si se quedan con hambre. También ocurrió durante toda la pandemia que se recortaron todas las proteínas, o sea, había bolsones en los colegios que venían a retirar las familias que lo necesitaban que no contaban con ninguna proteína.
La Ciudad de Buenos Aires es la más rica del país y aun así tenemos pibes bajo la línea de pobreza e indigencia, familias enteras viviendo en la calle, y ¿quién está pensando en cómo garantizarles la alimentación? ¿qué les pasa a quienes gobiernan? ¿cómo pueden transitar por las calles viendo gente en la extrema miseria y no activar políticas públicas tendientes a garantizar derechos básicos como la salud, la alimentación y vivienda? Creo que todo esto es directamente proporcional con los proyectos o modelos de país que tienen que ofrecer, que claramente han fracasado. Lo que pasa con las niñeces en riesgo es muestra de ello. Hoy en día hay un montón de situaciones deficitarias a nivel salud integral, hay muchxs chicxs y adolescentes que hoy padecen cuadros complejos de salud física y mental, y me parece que no hay política pública ni presupuesto destinado a su presente o futuro.”
El derecho a la salud y a la alimentación, se encuentran íntimamente ligados y constituyen parte de los derechos básicos cuyo déficit evita alcanzar un nivel de vida digno. Esto es especialmente relevante en NNyA que transitan periodos críticos de crecimiento y desarrollo.
La afectación a estos derechos como la vulnerabilidad del ejercicio de otros derechos (derecho a la educación, a la información, a la no discriminación, al juego y al esparcimiento y, más ampliamente, a la vida, a la supervivencia y al desarrollo pleno) obliga a los Estados a asegurar su cumplimiento de forma integral.
*Melisa Lata es Lic en Comunicación e integrante del equipo de comunicación del ISEPCI .
[1] Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. (2018) La nutrición y los sistemas alimentarios, un informe del grupo de alto nivel de expertos en seguridad alimentaria y nutrición. Marzo 2018. Disponible en: http://www.fao.org/3/a-i7846es.pdf
[2] Informe sobre: “CONDICIONES DE VIDA Y DESARROLLO DE LA INFANCIA: CONTINUIDADES Y RUPTURAS EN LA SALIDA DE LA PANDEMIABARÓMETRO DE LA DEUDA SOCIAL DE LA INFANCIA”. ODS/UCA. Mayo 2022. https://wadmin.uca.edu.ar/public/ckeditor/Observatorio%20Deuda%20Social/Documentos/2022/2022-OBSERVATORIO-DOCUMENTO-ESTADISTICO-INFANCIA.pdf
[3] https://www.unicef.org/argentina/comunicados-prensa/mas-de-un-millon-de-ninas-ninos-y-adolescentes-se-priva-de-una-comida-diaria
[4] https://www.ambito.com/informacion-general/ciudad-buenos-aires/investigacion-la-muerte-la-alumna-que-dice-la-autopsia-n5513464