En el primer cuatrimestre del 2020 los alimentos subieron desmesuradamente en todo el país. En los últimos dos meses, algunos precios siguieron subiendo pero el valor promedio de la Canasta Básica en el conurbano bonaerense se mantuvo estable.

                 Escriben Isaac Rudnik y Juan Fresno

El relevamiento de los 57 productos de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) en 420 negocios de cercanía de los barrios populares de 20 distritos del conurbano bonaerense, para el bimestre mayo-junio, arrojó resultados esclarecedores. En junio los precios tuvieron en promedio, una ligera suba del 0,13%. En tanto que en mayo el descenso fue de -0,45%, con lo que en el promedio del último bimestre la baja es del -0,32%.

Esto muestra una baja en los aumentos de los alimentos en estos negocios de cercanía, ya que durante el primer cuatrimestre el incremento de estos productos básicos fue del 23,53% (isepci.org.ar/2020/05/05/fuerte-aumento-de-las-canastas-basicas-en-el-primer-cuatrimestre), llegando en el semestre a +23,14%. En comparación con el mismo mes de 2019 la variación es de 50,42%.

Los productos de verdulería tuvieron en junio una baja significativa de -1,55%, con descensos de algunas frutas: naranjas (-12,28%), bananas (-2%), mandarinas (-1,96%); y verduras como tomates (-9,09%), lechuga (-5.26%).

Entre los productos de almacén -aunque subieron en promedio solo un 0,26%- hubo algunos aumentos significativos: polenta (+7,14%), harina de trigo (+3,13%), lentejas(+7,27%).

Las carnes aumentaron 0,90% con algunos comportamientos diversos en determinados cortes: espinazo (+23,08%), carnaza (+6,67%). En cambio el pollo tuvo un descenso de 7,69%.

En los informes mensuales sobre los precios de los alimentos de la Canasta Básica podíamos observar que los fuertes aumentos operados durante el primer cuatrimestre, en los negocios de cercanía de los barrios populares, no se relacionaban con los combustibles y tarifas congeladas desde hacía varios meses. Tampoco con el valor del dólar, relativamente estable, a lo que se agregaba una general caída de las ventas -agravada por la cuarentena- en los comercios pequeños y medianos.

Sin embargo en este mismo período hubo aumentos en los volúmenes de ventas en los grandes supermercados, que absorbieron gran parte de los incrementos de los consumos por la incorporación de la tarjeta alimentaria y los refuerzos a las asignaciones sociales y a las remuneraciones mínimas. Es desde allí donde se impulsaron permanentemente los precios hacia arriba, mostrando una vez más que estas cadenas de comercialización son influyentes formadoras de precios que no respetan «acuerdos de precios máximos» o de «precios cuidados».

El ritmo constante de subas y la continuidad de las restricciones a la circulación -principalmente en el AMBA-  fue afectando fuertemente el poder adquisitivo de los hogares de ingresos medios y bajos, incluso de aquellos que reciben la tarjeta alimentaria y los refuerzos a las remuneraciones mínimas (que no se repitieron en estos meses). A esta preocupante situación se fueron agregando reducciones salariales, cierres y despidos sin pausa.  La reducción general del consumo ahora alcanza también a los supermercados y los centros mayoristas que vienen moderando los aumentos en los últimos dos meses.

Es importante reforzar los controles de precios para que este respiro  de las subas, no se termine rápidamente ante futuros eventuales incrementos del consumo, habida cuenta de que algunas de las principales variables que influyen directamente en la evolución de los precios, como los valores de las tarifas y combustibles, permanecerán congeladas o tendrán aumentos moderados, hasta fin de año.

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