Por Isaac Rudnik*
Mientras el programa de congelamiento de precios lanzado en octubre muestra su fracaso total en el aumento de 5,72% de los alimentos en noviembre. En el gobierno se generaliza el discurso que afirma que el trasfondo de la inflación es “multicausal”.
Más allá que sea correcto, en este contexto suena más a resignación y debilidad para enfrentar los conflictos con los poderes económicos; que a la búsqueda de un diagnóstico certero sobre este flagelo que todos los días va carcomiendo los ingresos y empeorando la vida de los sectores populares.
El 20 de octubre pasado; el gobierno lanzó el programa de precios congelados que debían mantener obligatoriamente los mismos valores hasta después de las fiestas de fin de año; más precisamente hasta el 7 de enero del 2022. Contemplaba una lista de más de 1400 productos de consumo masivo.
En ese momento pusimos algunas alertas respecto a la eficacia del nuevo intento para bajar el ritmo de aumentos en general; y en particular del que en el último tiempo mantuvieron en forma sostenida los alimentos.
La primera era que sólo estaban presentes 31 de los 57 productos que componen la Canasta Básica de Alimentos (CBA); porque no incluían las carnes y las verduras.
La segunda alerta importante; estaba fundamentada en la experiencia que venimos teniendo en los últimos años, en los que se lanzaron varios programas de contención de precios.
La tercera alerta; provenía del relevamiento de los precios de la CBA que hicimos a fines de octubre en los negocios de cercanía de los barrios populares.
Primera Alerta: El precio de la carne
La carne fue el producto que acusó los mayores aumentos entre los alimentos indispensables de la dieta familiar.
En junio pasado el incremento respecto al mismo mes del año anterior llegó al 81,53%.
A mediados de mayo el gobierno implementó el cierre total de las exportaciones de carne; y a partir de fines de junio, las flexibilizó abriéndolas parcialmente. Entendiendo que las subas de sus precios internacionales provocaban injustificables traslados de esos incrementos al mercado interno.
En los meses siguientes, los aumentos de las carnes se frenaron (-0,29% en julio, -0,33% en agosto, +0,67% en septiembre); y las subas de la Canasta Básica de Alimentos se hicieron más moderadas que en los meses anteriores (0,86% en julio; 1,57% en agosto; 2,22% en septiembre).
En octubre volvieron paulatinamente las subas: Carne: +1,78%; Canasta de Alimentos +2,47%; y en noviembre, se fueron nuevamente para arriba: Carne: +12,20% Canasta de Alimentos: 5,77%.
Fue un grave error no incluir a los cortes de carne de consumo popular, entre los congelados con obligación de mantener los mismos precios hasta el año próximo.
Segunda Alerta: controles casi inexistentes
Si bien el nuevo Secretario de Comercio Roberto Feletti irrumpió con actitudes estridentes, anunciando congelamiento de precios y posibles sanciones para los que los suben. Lo cierto es que en los hechos, este “nuevo” programa para tratar de contener y mantener con un freno sostenible el avance de la inflación; no tuvo los efectos esperados.
Otra vez, ésta iniciativa se basó en un intento de acuerdo con los formadores de precios que controlan las cadenas de producción y comercialización. Y como en las anteriores oportunidades está fracasando por enésima vez.
Estos programas de precios cuidados, precios máximos, precios esenciales y similares; que se lanzaron en los últimos años durante gobiernos de distinto signo, no fueron eficaces.
Porque las normas legales sobre las que se apoyan son ambiguas respecto a establecer obligatoriedad de respetar los precios establecidos por el Estado.
Además no fueron ni son eficaces, porque los controles son muy débiles; porque la oferta está concentrada en unos pocos actores; por lo que, los oligopolios que monopolizan el mercado lejos de competir entre ellos acuerdan entre sí para mantener precios que le permitan altos márgenes de ganancia; aún en condiciones de caída de las ventas como sucedió durante la pandemia.
A pesar que llevamos un largo período de alta inflación que atraviesa a varios gobiernos; no se aprovechó este tiempo para modificar las normas legales, ampliar y fortalecer un cuerpo de inspectores profesionales capaz de controlar los precios máximos establecidos.
Tampoco se fomentó el desarrollo de un espacio de productores y comercializadores de pequeña y mediana magnitud que ocupe un lugar en la oferta compitiendo con precios que contemplen ganancias razonables.
Tercera Alerta: El programa de precios congelados no incluye a los negocios de cercanía de los barrios populares
Como en las oportunidades anteriores estos programas solo solo tienen vigencia en las grandes cadenas de comercialización. Como explicamos detenidamente en la misma nota sobre la evolución del valor de la Canasta Básica en el mes de octubre, los valores de la lista oficial no se encuentran en almacenes de barrio.
En esta semana –cuarenta días después de decretado el congelamiento-; el gobierno está negociando con una cadena de supermercados asiáticos la posibilidad que se incorporen al programa de precios congelados en las semanas que abarcan las fiestas de fin de año. O sea, que siempre hubo vía libre para la suba de los precios de los alimentos en los almacenes, carnicerías y verdulerías de los barrios. Lo que en alguna medida explica el fuerte salto que dieron durante el mes de noviembre, nuevamente liderados por el rubro de las carnes.
Los precios de noviembre
Según el relevamiento mensual de precios de la Canasta Básica de Alimentos (CBA); en 600 comercios de veinte distritos del conurbano Bonaerense; en noviembre una familia de adultes y dos hijes pequeños necesitó $31.219,46 (5,77% más que en octubre) para solventar sus alimentos básicos.
Mientras que, para cubrir sus gastos básicos totales, que además de alimentos incluyen, salud, educación, transporte, tarifas, y otros similares; la misma familia requirió $ 73,677.92, o sea +5,92% que el mes anterior.
El rubro carnes solo en noviembre aumento un 12,20%, los productos de verdulería 3,60% y los de almacén “solo” subieron 1,77%.
Ante este nuevo fracaso para abordar la continuidad de la escalada inflacionaria en el gobierno se vuelve a debatir sobre las medidas más adecuadas. Pasaron menos de cuarenta días del publicitado “congelamiento”, y los precios en general y los alimentos en particular tuvieron un nuevo incremento, que pulveriza por adelantado los tímidos aumentos de sueldos y los bonos de refuerzo que se otorgarán en los próximos días.
Esta discusión al interior del oficialismo incluye renuncia de funcionarios recién designados para controlar los precios, nuevas reuniones de “acercamiento” con las grandes empresas, anuncios contradictorios entre funcionarios de alto rango, mientras se acerca un final de año complicado para las familias menores ingresos, en las que la única certeza que tienen es que los precios de los alimentos y otros productos básicos para su vida cotidiana no dejarán de aumentar.
En el gobierno se generaliza el discurso que afirma que el trasfondo de la inflación es “multicausal”.
Más allá que sea correcto, en boca del oficialismo suena más a resignación y debilidad para enfrentar los conflictos con los poderes económicos; que a la búsqueda de un diagnóstico certero sobre este flagelo que todos los días va carcomiendo los ingresos y empeorando la vida de los sectores populares.
Anexo
*Isaac Rudnik es Director Nacional del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCI).
**Diseño: Manuela Rebori (integrante del equipo de comunicación del ISEPCi).
***Contacto: 11-41882603/ Prensa: 11-36483667.