Se calcula que en los últimos meses 300 mil hectáreas fueron arrasadas por incendios en el Delta del Paraná. En este contexto dialogamos con Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace Argentina, sobre la necesidad de la correcta aplicación de la Ley de Bosques y la sanción de la Ley de Humedales
Entrevista de Agustina Cadile*
Desde hace meses, a lo largo y ancho de nuestro país, diferentes ecosistemas y comunidades son víctimas de múltiples incendios. En lo que va del año, los incendios forestales arrasaron más de 430 mil hectáreas en todo el país.
Hace unos meses nos enteramos de la propagación del fuego en la zona del Delta del Rio Paraná. En la actualidad se calcula que unas 300 mil hectáreas fueron arrasadas por los incendios en las islas del Delta del Río Paraná y además de causar graves daños a la biodiversidad del humedal, las quemas devastaron a innumerables especies autóctonas de la flora y fauna. Aún así, no existe ninguna definición categórica por parte de la Justicia frente a la perpetuación de este ecocidio.
– En Argentina, desde hace casi 13 años, está vigente la Ley 26331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos o Ley de Bosques, una herramienta imprescindible para planificar el uso de estos ecosistemas permitiendo equilibrar producción y conservación de la naturaleza ¿Qué pasa con la aplicación de esta Ley en nuestro país?
Hernán Giardini: Lo primero que hay que decir es que desde la sanción de la Ley hubo una disminución de la deforestación. Previo a la Ley de Bosques perdíamos 300 mil hectáreas anuales y en la actualidad son aproximadamente unas 180 mil las hectáreas deforestadas en el mismo período. Otra cosa positiva producto de esta Ley fue que cada una de las provincias hizo su ordenamiento territorial. En la actualidad, aproximadamente el 80% de los bosques del país fueron clasificados en las categorías I (rojo) y II (amarillo), esto en términos generales quiere decir que no está permitido su desmonte o transformación total.
Más allá de estas buenas noticias, todavía la mitad de la deforestación de nuestro país es sobre territorios en los que está prohibido deforestar. Casi un millón de hectáreas de las desforestadas post ordenamiento fueron en zonas amarrillas o rojas, es decir sobre bosques protegidos. Como causas de esto vemos que hubo provincias donde se realizaron recategorizaciones prediales violando el espíritu del ordenamiento nacional.
También, a causa de la ganadería intensiva, hay una gran cantidad de desmontes producidos en zonas amarillas autorizados por los estados competentes. Pero, por otra parte, está es la deforestación ilegal, motivada por la falta de multas a los responsables, y relacionada principalmente con los agronegocios, la especulación inmobiliaria y el lobby minero.
En términos generales, creemos que 180 mil hectáreas deforestadas sigue siendo un gran número y entendemos que la manera de reducirlas es avanzando hacia mayores restricciones en cuanto a las hectáreas que se pueden desmontar, y hacia la penalización del desmonte ilegal.
– La emergencia climática y las organizaciones civiles y sociales han puesto nuevamente sobre la mesa la necesidad de avanzar en una Ley de Humedales. ¿Por qué hablamos de la necesidad urgente de una ley que regule las actividades humanas que se realizan en los humedales?
HG: Los humedales no tienen una sección específica a nivel nacional. Si bien algunos pueden estar protegidos a nivel municipal o provincial, no hay un inventario nacional de humedales, no se sabe dónde están, y al ocupar el territorio de diferentes provincias, están amenazados por razones diferentes. Pero en líneas generales las tres amenazas más grandes son la inmobiliaria, la ganadera (o agropecuaria en algunos casos) y la minera. Por eso también la Ley de Humedales es difícil de sancionar: luchamos contra el lobby de tres sectores muy poderosos.
Con respecto a la Ley, entiendo que es fundamental que mientras se realice el inventario y la categorización de los humedales, hay que establecer una moratoria para que no pase lo mismo que pasó previo a la sanción de la Ley de Bosques: una carrera de destrucción de humedales producto de la especulación. También, aprendiendo de lo que no se pudo lograr con la Ley de Bosques, es fundamental que la Ley de Humedales avance en considerar a la destrucción de humedales como un delito penal.
– El proyecto de ley de humedales se discutió en el Congreso Nacional en los años 2013 y 2016 y no avanzó. Entendiendo que este proyecto no avanzó por intereses económicos y políticos, como vos decís, la pregunta es: ¿Cuál es tu análisis de esta nueva discusión que se abre en el Congreso Nacional?
HG: El tema de los incendios suma dramatismo y emergencia a la situación, pero también abre la posibilidad de que se entienda la urgencia, de todas maneras, la decisión política esta complicada porque también hay decisiones políticas que apunta a que el sector agropecuario, fundamentalmente, puede expandirse más en post de la producción ganadera, sojera y el modelo agroexportador que va en contra, a mi ver, de la protección de algunos ecosistemas.
Chocan dos decisiones políticas fuertes. Aunque también no puedo dejar de mencionar que hay una sociedad cada vez más movilizada y, seguramente, cada vez habrá más rechazo a las consecuencias de este modelo.
–Además de señalar a la especulación inmobiliaria y a productores agropecuarios como responsables del fuego, diferentes activistas y especialistas advierten sobre las consecuencias acumulativas de este ecocidio. Según tu perspectiva, ¿Cuáles son las consecuencias que pueden tener estos incendios en nuestros territorios, más aun de no aplicarse la Ley de Bosques y de no sancionarse la Ley de Humedales?
HG: Las consecuencias son directas en cuanto a biodiversidad y destrucción de ecosistemas. Se están perdiendo muchísimas especies de todo tipo, tanto en bosques como humedales. Y por otro lado también existe el riesgo de saturar los suelos y el peligro cada vez mas grande de inundaciones a futuro, ya que tanto bosques como humedales son fundamentales en la cuestión hídrica y cuanto más los destruyamos, el riesgo aumenta. Es el caso de Chaco o Salta.
Destruir bosques o humedales te genera cambio climático. El cambio climático te genera mayor niveles sequía e inundaciones. La pérdida de esos ecosistemas te vuelve más vulnerable a los efectos que vos mismo generaste. Es una especie de circulo vicioso. Lo que hay que entender es que ya no se trata de cuanto aportamos al cambio climático, si nos comparamos a China o Estados Unidos, sino más bien como nos vamos a acomodar a una situación climática que no es la misma. La sequía va en aumento y los efectos son duros, no solo para las personas, sino también para el modelo productivo.
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*Agustina Cadile es del ISEPCi de San Luis.
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