LA PRIVATIZACIÓN DE AEROLÍNES ARGENTINAS: EN LOS ALBORES DE UNA NUEVA ESTAFA

Victoria Di Cosmo*

Cuando nos toca analizar cuál sería el mejor rumbo para una empresa como Aerolíneas Argentinas en base a la evidencia histórica, la respuesta es sencilla: la privatización es el peor camino. A la pérdida de soberanía sobre las rutas aéreas se añaden los números concretos que demuestran la falsedad de que todo lo administrado en poder privado da mejores resultados que en manos del Estado.

Desde la campaña presidencial y posterior asunción al poder de Javier Milei, el fantasma de las privatizaciones ha vuelto a recorrer Argentina. Para muchos, lamentablemente, las privatizaciones de los años 1990 no fueron muestra suficiente de los desastres que trae ese tipo de decisiones políticas. 

Recientemente, Aerolíneas Argentinas, la línea de bandera, ha estado en el foco de todas las discusiones debido a la intención por parte del gobierno de privatizarla. Si bien la intención estaba clara desde la presentación del DNU 70/2023, donde Aerolíneas Argentinas estaba incluida entre las 41 empresas estatales a privatizar, el gobierno tuvo que retirar a dicha empresa de la lista de posibles privatizaciones en la Ley Bases. Meses después, su intención original volvió a surgir. 

En la presente nota vamos a ahondar en la situación que enfrenta la aerolínea de bandera, al igual que en su importancia para la soberanía del país y las implicaciones de su posible pase a la órbita privada.

75 años de Aerolíneas Argentinas: sus diferentes momentos 

Fundada en 1949 bajo el gobierno de Juan Domingo Perón, Aerolíneas Argentinas ha pasado por diferentes facetas a lo largo de sus 75 años de existencia. Se oficializó como una empresa del Estado al año siguiente de su creación, en 1950, y unos años más tarde, en 1979, se transformó en Sociedad del Estado. 

El 07/12/1950  Juan Domingo Perón creó oficialmente Aerolíneas Argentinas mediante
el Decreto No 9.358/45

Con la llegada de los años 1990 y la oleada de privatizaciones a manos del gobierno de Carlos Menem, Aerolíneas entró en una de sus épocas más oscuras. La privatización era algo que se venía discutiendo desde al menos 1988, durante el gobierno de Alfonsín, pero los primeros intentos en esa dirección habían fracasado.

En 1990, el Estado absorbió la deuda que mantenía la aerolínea de bandera para favorecer su venta (unos 868 millones de dólares), al igual que lo hizo para la mayoría de privatizaciones, y así, Aerolíneas entró en licitación. Para 1992 ya había sido adquirida por el único participante de esa licitación: el consorcio español Iberia-Cielos, propiedad del Estado español.  

Dicho consorcio pagó apenas $260 millones de dólares en efectivo y $1610 millones en títulos de deuda, montos que pasaron luego a formar parte de los pasivos, es decir, de las deudas de la misma Aerolíneas Argentinas, ya que para conseguir ese dinero, Iberia había tomado préstamos.

Los acuerdos iniciales de compra no fueron respetados por los compradores. Los títulos de deuda tenían un valor escaso en el mercado secundario donde fueron adquiridos por Iberia, pero a la hora de contarse como parte del pago de la compra de la empresa, se les reconoció el 100% de su valor nominal. Así, mediante esta metodología, el conglomerado español se quedó con el 85% de las acciones de Aerolíneas.[1]

A partir de estas maniobras, lo que siguió a continuación fue el profundo vaciamiento y endeudamiento de Aerolíneas Argentinas, que tardaría más de una década en recomponerse. 

Privatización, vaciamiento y restatización

En el transcurso de la década de 1990, la situación con Aerolíneas fue desmejorando, pasando de ser una empresa con ganancias de $90 millones de dólares al año, a estar en bancarrota., Al comienzo de los 90, se contaba con 28 aviones propios y solo uno alquilado, mientras que para 2008, solo contaba con dos aviones de alcance internacional, unos pocos de cabotaje y 30 alquilados, pasando a ser la flota más antigua de toda la región. Además, la empresa tenía oficinas en distintas ciudades del mundo como Nueva York, París, Roma, Bogotá, Caracas, que fueron todas entregadas a Iberia. 

No habiendo sido suficiente, los simuladores de vuelo, que servían para que los pilotos pudieran ser capacitados y que era una infraestructura propia de Aerolíneas, única poseedora de esa tecnología en toda América Latina, fue también entregado en bandeja de plata a Iberia. 

Otras entregas que denotan el carácter claramente negativo de este proceso, fue la plena concesión de las rutas aéreas con destino a Francia, Alemania, Suiza, entre otros, además de también entregar la red de procesamiento de datos y de reservas. Esto sucedió gracias a que en 1994, el gobierno argentino otorgó a España el poder de vender acciones y tomar decisiones estratégicas, como las referentes a escalas y rutas comerciales.[2] 

Hay otros indicadores que nos dan una mayor idea de lo profundo que fue el vaciamiento de esta empresa, la cual había sabido ser la más eficiente de la región en otro tiempo. La disminución de la planta de trabajadores fue de un 39,5% entre 1991 y 1998, contribuyendo al gran desempleo, insignia del gobierno menemista. Los montos asignados a personal también experimentaron caídas en ese período, por lo que las condiciones laborales y salariales eran en general, pobres.[3]  

Con el nuevo milenio, Iberia abrió la convocatoria a acreedores, estando prácticamente en bancarrota, y para 2001, Aerolíneas llegó a manos del Grupo Marsans. Su titular pasó a ser Antonio Mata, español acusado de defraudar al Estado y quien estuvo dos años en la cárcel, además de pagar una multa millonaria. 

En líneas generales, el deterioro de Aerolíneas Argentinas gracias a la privatización, fue notorio y difícil de defender. Quedaron atrás los años de ganancias, de diversificación en rutas aéreas y destinos, de vanguardia en la calidad de la flota y tecnologías únicas en la región, para abrir paso al vaciamiento evidenciado en la pérdida de bienes, planes de retiro voluntario, y en la antigüedad de los pocos aviones que quedaron en manos de la empresa, siendo los demás en su mayoría alquilados. 

Fuente: Archivo C5N

En 2008, la por entonces presidenta Cristina Fernandez anunció el proyecto de ley para estatizar Aerolíneas Argentinas, declarándose de utilidad pública. La medida no estuvo exenta de cuestionamientos, ya que se abrieron causas judiciales en tribunales extranjeros debido a la decisión del Estado argentino, pero abrió la puerta para que la aerolínea de bandera volviera a conectar puntos del país que habían quedado olvidados debido al manejo de Aerolíneas en manos extranjeras. Además, con la estatización, se comenzó a modernizar la flota a través de la compra de nuevos aviones. 

El conflicto actual 

En los últimos meses, Aerolíneas Argentinas ha estado en el ojo de la tormenta debido a conflictos principalmente laborales, como el despido de trabajadores tercerizados que realizan tareas para la aerolínea de bandera (como es el caso de los despidos en la empresa GPS) y sobre todo, el paro de pilotos. 

En el mes de septiembre de 2024, el gremio aeronáutico, Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas, realizó un paro con el objetivo de visibilizar su pedido de una recomposición salarial. Este paro generó más de 300 cancelaciones de vuelos y complicaciones para alrededor de 37 mil pasajeros, que derivaron en pérdidas millonarias.[4] 

El conflicto fue utilizado por el gobierno para volver a traer el tema de la privatización. Hacia finales del mes de septiembre, la Oficina del Presidente declaró a la aerolínea de bandera como “Empresa Sujeta a Privatización”, mediante un decreto presidencial. Anteriormente, se había declarado al servicio aeronáutico como servicio esencial, y el vocero presidencial, Manuel Adorni, había indicado que se habían iniciado conversaciones con empresas de la región para que operaran Aerolíneas Argentinas, en caso de que se continuara con las medidas gremiales. 

Fragmento del Decreto 873/2024 | Boletín Oficial de la República Argentina

Aerolíneas Argentinas en números 

La aerolínea de bandera cuenta hoy en día con 11.386 trabajadores, unos 1500 menos desde la asunción del presente gobierno. Además, según la Administración Nacional de Aviación Civil de la Argentina (ANAC), en los primeros 7 meses de 2024 Aerolíneas Argentinas transportó al 65,7% del total de pasajeros de vuelos de cabotaje, superando ampliamente a otras empresas dentro de ese mercado. Sumado a esto, hay rutas aéreas que conectan la Ciudad de Buenos Aires con 21 localidades del país a las cuales sólo llega Aerolíneas Argentinas. 

Capitales de provincias como Chaco, Formosa, Santa Fe, Catamarca, Santiago del Estero, San Juan, San Luis, o Córdoba se quedarían sin servicios aéreos si Aerolíneas Argentinas dejara de operar allí, teniendo una incidencia negativa directa en el turismo de esas localidades. En cuanto a vuelos internacionales, la aerolínea nuclea a casi 25% del mercado.

El déficit, la carta que siempre juegan los gobiernos que buscan privatizar empresas estatales, se ha venido reduciendo desde 2019, año en el que bajo la administración del gobierno de Cambiemos liderado por Mauricio Macri, se alcanzó la cifra récord de déficit de $474 mil millones. A partir de ese año, según indica la Auditoría General de la Nación, el déficit se ha estado achicando año a año, hasta llegar a $176 mil millones en 2023. El 2024 ha sido el primer año desde 2023 donde el déficit creció, en un 22,2%, dato que surge de comparar el primer trimestre de 2024, con el mismo período de 2023.[5]

Cuando nos toca analizar cuál sería el mejor rumbo para una empresa como Aerolíneas Argentinas en base a la evidencia histórica, la respuesta es sencilla: la privatización es el peor camino. La pérdida de soberanía sobre las rutas aéreas solo trajo complicaciones para el Estado argentino que aún no se han terminado de revertir, pero que fue suficiente para demostrar la falsedad de que todo lo administrado en manos privadas da mejores resultados que en manos del Estado. 

Múltiples localidades del octavo país más grande del mundo quedarían no solo más aisladas, sino que tendrían escasas posibilidades de revertir esa situación, sobre todo en un escenario donde cada vez más la única variable relevante parece ser la eficiencia económica, medida en términos de ganancias de las grandes empresas.


*Victoria Di Cosmo es Licenciada en Relaciones Internacionales e integrante del espacio «El Patio Trasero» y del observatorio de juventudes del ISEPCI.

[5] “Aerolíneas Argentinas, 5 datos claves sobre la empresa estatal cuya privatización vuelve a estar en debate en medio de un conflicto gremial”, 27 de septiembre de 2024 https://chequeado.com/el-explicador/aerolineas-argentinas-5-datos-claves-sobre-la-empresa-estatal-cuya-privatizacion-vuelve-a-estar-en-debate-en-medio-de-un-conflicto-gremial/

[4]“Terminó otro paro salvaje de los pilotos de Aerolíneas Argentinas: pérdidas millonarias y 37 mil pasajeros afectados”, Infobae, 14 de septiembre de 2024 https://www.infobae.com/sociedad/2024/09/14/continua-el-piquete-salvaje-de-pilotos-que-afecto-a-mas-de-37-mil-pasajeros-e-hizo-cancelar-mas-de-300-vuelos/

[3] Memoria de las privatizaciones – Aerolíneas Argentinas, Sociedad del Estado, empleo y PPP https://mepriv.mecon.gob.ar/aerolineas/empleoppp.ht

[2] “El caso Aerolíneas”, Javier Lewkowicz, Página 12, 4 de diciembre de 2012 https://www.pagina12.com.ar/diario/economia/subnotas/209129-61388-2012-12-04.html

[1] “Proceso de privatización de Aerolíneas Argentinas”, de Miriam Vanesa Quintans (2004) https://www.gestiopolis.com/proceso-de-privatizacion-de-aerolineas-argentinas/