LA DENUNCIA DE FRAUDE: LA DERECHA CONTRA LA DEMOCRACIA

*Por Victoria Di Cosmo

En los últimos años la denuncia de fraude electoral y el cuestionamiento a la democracia, por parte de los candidatos que aspiran a conducir el Estado, ex presidentes, e incluso presidentes cumpliendo su mandato; parece constituirse en una herramienta cada vez más utilizada para deslegitimar los procesos electorales, o implantar dudas sobre la transparencia de los resultados.

En los siguientes párrafos analizaremos varias situaciones, entre otros, el caso brasilero partiendo de la invasión a los edificios estatales del 8 de enero de 2023, ya que forma parte de un entramado que un año después continúa repercutiendo en la política de Brasil. Además, veremos otros casos que denotan la frecuencia creciente de esta “estrategia” en nuestro continente.

La invasión a los edificios del Estado

El 8 de enero de 2023 fueron tres los edificios estatales que sufrieron la invasión por parte de simpatizantes del ex presidente: el Congreso Nacional, el Supremo Tribunal Federal y el Palacio del Planalto, sede del poder ejecutivo.

Invasión al Congreso brasilero. Pagina 12.

Al irrumpir en la Plaza de los Tres Poderes, los militantes provocaron destrozos significativos en las propiedades del Estado y atacaron a miembros de las fuerzas de seguridad, que, según analistas brasileros, no estuvieron a la altura de la magnitud de los ataques y de la cantidad de manifestantes. Otros consideran que la policía actuó en connivencia con los militantes, ya que lograron avanzar hasta las oficinas del Estado en un lugar considerado como uno de los que más seguridad tiene en el país.

Estos incidentes no fueron situaciones aisladas ni espontáneas, de hecho, en los días previos, en las redes sociales y en grupos de aplicaciones de mensajería ya se estaba gestando la organización de la manifestación y la coordinación entre militantes para llegar al lugar. Además, en diciembre del año anterior, estando definido quién sería el próximo presidente, ya había habido incidentes: el día 12 de dicho mes, fecha en la que Da Silva recibió el diploma presidencial por parte del Supremo Tribunal Federal, hubo incendios de vehículos y un intento de tomar la sede la Policía Federal por parte de militantes de Bolsonaro. Unos días después, otro militante fue arrestado por haber participado en un intento de atentado con una bomba en el Aeropuerto Internacional de Brasilia. Sumado a esto, hubo acampes fuera del Cuartel General del Ejército¹.

El objetivo de esta serie de sucesos desde el punto de vista de los manifestantes era deslegitimar el gobierno iniciado tan solo una semana atrás y promover (o exigir) la irrupción del ejército en el poder ejecutivo.

Volviendo a la fecha de los incidentes, mientras los militantes destrozaban las instalaciones y documentos del Estado, Jair Bolsonaro seguía los acontecimientos desde Miami, Estados Unidos.

Este acontecimiento tiene ciertas similitudes al asalto al Congreso de Estados Unidos en 2021, cuando miles de partidarios de Donald Trump, presidente saliente en ese entonces tras perder las elecciones contra Joe Biden, irrumpieron en el capitolio durante la sesión en la que se certificaría la victoria de Biden.

Esto sucedió tras múltiples intentos por parte de Trump de denunciar el supuesto fraude en las elecciones de noviembre de 2020. Antes de que finalizara el conteo de votos que le concedería la derrota, el en ese entonces presidente ya se había auto proclamado ganador. Ya durante su presidencia había atacado una particularidad del sistema electoral de su país: el voto por correo, por considerar que era un medio que fácilmente podría ser adulterado. En las elecciones de 2020, hubo un caudal mucho mayor de votos por correo que en años anteriores debido a la pandemia por COVID-19, y cada estado del país tuvo formas diferentes de contabilizar dichos votos: algunos estados los iban contando a medida que llegaban, otros solo comenzaron a contar cuando las urnas se cerraron el día de las elecciones. Por esta razón, en algunos estados parecía ganar un candidato pero cuando finalizaba el conteo, el ganador era el candidato contrario. Para Donald Trump, estas diferencias entre lo que los votos parecían mostrar al principio y al final de la contabilización, era un claro signo de que los demócratas estaban “robando” las elecciones. Jamás hubo pruebas que comprueben esto².

La denuncia del fraude en América Latina: Brasil, Argentina y Colombia

Antes de las elecciones, y durante un largo período en su carrera política, Bolsonaro denunció fraude electoral, incluso en las oportunidades en las que ganó. La denuncia de fraude ha sido uno de sus mayores instrumentos para manipular la opinión de millones de votantes, generando desconfianza en el sistema electoral brasilero que desde hace 27 años es totalmente electrónico.

Pese a sus constantes denuncias, jamás ha aportado evidencias suficientes para respaldarlas. Las evidencias que sí ha aportado han sido desmentidas por expertos y analistas tanto brasileros como extranjeros, incluso estadounidenses. Las máquinas de votación se implementaron en 1996 y jamás se ha demostrado que facilitaran el fraude electoral, según indica el medio The New York Times³.

En vísperas de las elecciones presidenciales de 2022, la historia se repitió. Tras varios ataques a la fiabilidad del sistema electoral acompañado de la difusión de noticias comprobadamente falsas, cuestionó los mecanismos para contar los votos.

Una vez conocida su derrota, tras la difusión de los resultados, miles de sus seguidores bloquearon calles y pidieron por la intervención militar para evitar la asunción del que consideraban electo gracias al fraude, Lula Da Silva. Cuando Bolsonaro finalmente habló, dos días después del conocimiento de los resultados, justificó los bloqueos de calles indicando que eran producto de la indignación y del sentimiento de injusticia provocados por los resultados supuestamente adulterados⁴. Si bien luego autorizó el comienzo del proceso de transición, cuestionó al sistema electoral porque, desde su perspectiva, favorecía a la izquierda y funcionaba fuera de los marcos de la Constitución.

En Argentina podemos observar el ejemplo del actual presidente, Javier Milei, candidato de la derecha libertaria, quien en vísperas de la segunda vuelta electoral en las que se enfrentaría al candidato del oficialismo en 2023, denunció la falta de boletas de su partido en distintos puntos de votación a lo largo del país. Lo mismo hizo luego de las elecciones primarias.

Esto fue catalogado por Milei como un claro intento por parte de otros espacios políticos (principalmente la izquierda y el peronismo, partido oficialista en ese momento) de imposibilitar que los votantes eligieran a La Libertad Avanza, el partido del en ese entonces candidato a la presidencia. Sus denuncias fueron solo para las redes sociales, como acostumbra el ahora presidente, ya que desde la Cámara Nacional Electoral indicaron que no se registró ninguna denuncia en la Justicia Electoral sobre el supuesto fraude⁵.

Por otro lado, y con la fecha del balotaje aproximándose, la Justicia debió intimar a los apoderados nacionales de La Libertad Avanza para que entregaran la cantidad correspondiente de boletas ya que se habían entregado menos de la cantidad requerida para las mesas electorales⁶. Es difícil en ese contexto, no pensar que el candidato libertario estaba preparando las condiciones para desconocer los resultados electorales en caso de que no le fueran favorables.

Ya desde las elecciones de 2021 Milei denunciaba en redes intentos de fraude.

Colombia nos ofrece otro ejemplo. En las elecciones de 2022 que dieron como ganador a Gustavo Petro, líder de la coalición de izquierda Pacto Histórico, el ex presidente conservador Andrés Pastrana cuestionó los resultados y acusó al candidato ganador de estar complotado con la compañía dueña del software utilizado para el proceso electoral, pese a que el proceso de recuento no es llevado a cabo por ninguna compañía privada sino por el Estado y controlado por otros partidos políticos y organizaciones internacionales⁷.

Los ejemplos mencionados no son los únicos en la región, ya que por ejemplo en Perú, en las elecciones que llevaron a la presidencia a Pedro Castillo tras derrotar a la candidata de derecha Keiko Fujimori, la situación fue la misma: denuncias por parte del partido perdedor por fraude en el proceso electoral⁸.

La implantación de las dudas sobre la fiabilidad de los resultados electorales parece ser un instrumento político cada vez más común en la derecha latinoamericana. Fieles al ejemplo de Donald Trump en Estados Unidos, es posible encontrar en la región a más de un político que cuestiona los resultados electorales cuando no le son favorables (o incluso cuando sí lo son, como Bolsonaro cuando ganó, que preveía sacar un porcentaje de votos mayor al obtenido en las elecciones que lo llevaron a la presidencia).

El camino hacia el intento de golpe de Estado

La invasión a la Plaza de los Tres Poderes fue un síntoma más de lo que la justicia brasilera considera que se venía gestando desde hacía meses atrás, incluso desde antes de las elecciones presidenciales de 2022: un golpe de Estado.

Más de un año después de los eventos del 8 de enero de 2023, tanto Jair Bolsonaro como cuatro generales, un almirante del ejército y alrededor de veinte civiles están acusados por el Tribunal Supremo de Justicia de haber planeado durante meses una forma de anular las elecciones en las que Bolsonaro se enfrentaría a Da Silva.

Para sustentar la acusación, el Tribunal se valió de la declaración de uno de los implicados y secretario personal de Bolsonaro, el teniente Mauro Cid, quien proveyó, con su teléfono celular, mensajes comprometedores en la aplicación de mensajería WhatsApp tras cuatro meses detenido por falsificar una cartilla de vacunación. Tras la acusación, Bolsonaro debió entregar su pasaporte y no puede salir del país.

Además, en febrero de 2024 se dio a conocer un video que data de julio de 2022, unos meses antes de las elecciones, en el que el propio Bolsonaro estaba manteniendo una reunión de gabinete. El video fue encontrado en la computadora de Cid y fue grabado con el objetivo de divulgarlo entre los demás participantes del golpe. En dicha reunión, el por entonces presidente señalaba que había una conspiración en su contra para que Lula ganara las elecciones a través del fraude, por lo que los ministros del gobierno debían reavivar el fantasma de la ilegitimidad cuestionando la fiabilidad de las máquinas que registran cada voto⁹.

Video de Bolsonaro: Escándalo: difunden video de Bolsonaro planeando el golpe de Estado en Brasil. Vía Ámbito.

También en julio de 2022, Bolsonaro se reunió con embajadores extranjeros y les comentó acerca de las sospechas de fraude sin pruebas al respecto, como acostumbraba el presidente. En este sentido, les transmitió el objetivo de poner en duda la transparencia de las máquinas electorales, y esto fue suficiente para que la justicia electoral lo inhabilitara para participar en elecciones por ocho años, es decir, no puede presentarse a elecciones hasta 2030, perdiendo así la posibilidad de participar de los comicios de 2026¹⁰.

Dentro de la acusación sobre la planificación del golpe de Estado, el tribunal indica que se elaboró un decreto entre los acusados con la instrucción de anular las elecciones y detener a dos jueces del Tribunal Supremo y también al presidente del Senado.

Ese mismo decreto fue presentado en diciembre de 2022 a la cúpula de las Fuerzas Armadas en un intento de darle un marco legal a lo que en realidad era un claro ataque al orden democrático. Supuestamente, sólo el jefe de la Marina estuvo de acuerdo con la idea, pero más tarde ese mismo mes el jefe de las operaciones terrestres del Ejército también dio su apoyo. La sospecha de la policía es que éste último, el general Theophilo de Oliveira, sería el encargado de dirigir las tropas para el golpe y los miembros de las fuerzas especiales detendrían aj juez Moraes, uno de los once jueces de la Corte Suprema de Brasil, a quien de hecho habían estado siguiendo por semanas¹¹.

Con el pasar de los días llegó la fecha de asunción de Lula, el primero de enero de 2023. Bolsonaro no estuvo presente ya que se encontraba en Estados Unidos, pero la ceremonia de asunción se dio en un marco de normalidad y celebración para muchos. Tan solo una semana después sucedería la invasión a la Plaza de los Tres Poderes a manos de miles de militantes bolsonaristas pidiendo la intervención militar.

Si bien la investigación está en curso, no encontramos un antecedente de esta magnitud en la historia democrática de Brasil.

La denuncia de fraude como estrategia política

Los múltiples casos analizados en párrafos anteriores indican que la denuncia de fraude se constituye como un instrumento político para deslegitimar el proceso electoral democrático y que es frecuentemente usado por las derechas americanas para socavar la confianza de los ciudadanos en los resultados, contribuyendo a que tomen lugar eventos en contra del orden público como los vistos en Brasil a comienzos de 2023, en los ataques a los edificios estatales o el asalto al Congreso estadounidense en 2021.

Donald Trump recibe a Jair Bolsonaro en la Casa Blanca, el 19 de Marzo de 2019.
| Chris Kleponis/MediaPunch/Alamy.

Este mecanismo es una amenaza para la democracia ya que, si prolifera la idea de que el proceso por el cual elegimos a nuestros representantes no es transparente, quien asume el poder lo hace en un marco que para una parte de la sociedad es ilegítimo. Además, es preocupante que no se necesite aportar pruebas reales que sustenten las acusaciones de fraude para que la denuncia en sí tenga algún peso.

Los casos de Bolsonaro y Trump son muy ejemplificadores en este sentido ya que pese a cuestionar los resultados electorales, en ningún momento aportaron pruebas fehacientes que sustentaran sus afirmaciones, al igual que los demás denunciantes de los casos mencionados.

La información y la comunicación son herramientas de poder que están cooptadas por los intereses políticos de los poderosos a costa de la verdad. Probablemente hoy más que nunca, debemos estar atentos a rechazar estas campañas plagadas de mentiras, que atacan la transparencia de los mecanismos electorales, cuando sus resultados no les favorecen. Trabajando incansablemente en todos los frentes posibles: las calles, los establecimientos educativos como universidades o las redes sociales, difundiendo la información verdadera y organizándonos entre todos.

*Victoria Di Cosmo es Licenciada en relaciones internacionales e integrante del espacio «El Patio Trasero» y del observatorio de juventudes del ISEPCI.

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