Por Victoria Di Cosmo*
En medio de un panorama incierto, con problemas que han recrudecido de forma acelerada en los últimos tiempos, la única certeza que parece haber es que la hegemonía del MAS ha sido gravemente dañada y consigo ha traído un cambio impensado años atrás, el de una elección presidencial donde la izquierda no ocupó ningún lugar relevante.
La segunda vuelta de las elecciones que definieron la presidencia para el periodo 2025-2030 en Bolivia estuvo programada para el 19 de octubre pasado. Esta vuelta enfrentó a los dos candidatos que ganaron la primera en agosto: Rodrigo Paz Pereira (quien concentró el 32,02% de los votos y forma parte del Partido Demócrata Cristiano), y Jorge Quiroga (con el 26,70% y representando a la alianza Libertad y Democracia). Ambos candidatos representan un viraje a la derecha en comparación a los últimos años de la política boliviana. Paz Pereira fue quien finalmente logró imponerse sobre su contrincante con el 54% de los votos, frente al 45% sacado por Quiroga.
Sin dudas el rasgo más distintivo con el que contaron estas elecciones fue la ausencia del Movimiento al Socialismo como una de las principales fuerzas políticas. Siendo el actual partido gobernante en manos de Luis Arce, y con una predominancia notoria en el ámbito político boliviano por los últimos 20 años, el candidato del MAS, Eduardo del Castillo, quedó en sexto lugar en la primera vuelta al obtener el 3,14% de los votos. Del Castillo se desempeñó como Ministro de Gobierno de Arce desde el año 2020 al 2025, y se estableció como el candidato del partido tras que Arce retirara su candidatura en mayo de este año, por la baja imagen positiva con la que cuenta.
En los siguientes párrafos analizaremos los sucesos que llevaron a la situación actual del MAS y quienes son los dos candidatos que concentraron la mayoría de votos.
El adiós a la hegemonía del Movimiento al Socialismo
Atrás quedaron los mejores años del MAS, que a cargo de Evo Morales logró ser el partido dominante desde las elecciones presidenciales de 2005, hasta la polémica irrupción de Jeanine Añez de 2019, para luego volver de la mano de Luis Arce en 2020.
Bolivia atravesó profundos cambios en ese periodo, ya que la llegada al poder del MAS dejó atrás años de constante inestabilidad. La suba del precio del gas natural, la principal exportación del país, dio el pie para el crecimiento económico inédito en la historia boliviana, que se convirtió en uno de los mayores logros de la administración de Morales, la cual además contó con Luis Arce (el actual presidente) como Ministro de Economía entre 2006 y 2017.
Junto con el crecimiento económico, y su impacto en el ámbito social, llegaron también transformaciones en la política exterior, priorizando la unión con los países vecinos en la región, en desmedro de actores tradicionalmente más poderosos, como Estados Unidos.
La actualidad, sin embargo, dista mucho de ese pasado de prosperidad. En primer lugar, la división del partido que gobernó las últimas dos décadas en el país demuestra tener más peso que aquellos factores que unieron en el pasado a los actores que hoy están enfrentados.
Evo Morales fue clave para que Luis Arce pudiera ser candidato por el MAS y así llegar a la presidencia en 2020. Sin embargo, y de forma similar a lo ocurrido entre Cristina Fernandez y Alberto Fernandez en Argentina, ambos comenzaron a distanciarse, creando una grieta que solo se ha profundizado.
Los primeros problemas surgieron alrededor de los ministros del nuevo gobierno. Morales y los sectores más cercanos a él, buscaban tener una mayor influencia sobre quién lideraría cada ministerio. El principal foco del problema, desde el punto de vista de Morales, era el ya mencionado Eduardo Del Castillo, ministro de gobierno, a quien acusaba de no ser apto para ayudar al presidente.
Esto se hizo aún más evidente cuando, tras la negativa de Arce de desvincular a Del Castillo de su cargo, los legisladores cercanos a Morales decidieran aliarse con la oposición en la Asamblea (el órgano legislativo nacional del país) para sancionar al ministro de Arce y así poder desplazarlo de su puesto. Arce percibió esto como una traición orquestada por el propio partido al cual pertenece, por lo que decidió emitir un decreto en el que se destituyó a Del Castillo, y otro en el que se lo restituyó en su cargo, lo que avivó más las llamas. Si bien este mecanismo fue señalado como inconstitucional, Del Castillo se volvió la imagen de una disputa de poder entre las dos principales figuras del partido gobernante.
La representación del MAS en la Asamblea legislativa quedó dividida entre quienes apoyaban a Evo Morales y a Luis Arce. Esto derivó en que al a este se le dificultara obtener la aprobación de algunas leyes, ya que en múltiples oportunidades, los legisladores cercanos a Morales han llegado a acuerdos con la oposición en detrimento de los objetivos del presidente, además de negarse a aprobar proyectos antes de las elecciones judiciales de 2024 (Bolivia era el único país del mundo que elige a los jueces de mayor rango por voto popular hasta que Mexico lo comenzara a hacer en 2025).
Como es esperable, esto disminuyó el poder de decisión del presidente. Además, esta misma división se replicó en la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, que integra el MAS, donde un sector brindó su apoyo al presidente, y otro al histórico líder del partido, Evo Morales.
Es importante mencionar en este punto que el Tribunal Constitucional fue uno de los organismos para los cuales los ciudadanos eligieron candidatos, y es ese mismo tribunal el que decidiría si se permitiría otra candidatura de Evo Morales o no, de ahí la importancia para el sector cercano a Morales de aplazar la aprobación de leyes en la Asamblea hasta no asegurarse un resultado positivo en las elecciones judiciales.
En 2023 llegó otro momento que evidenciaría la disputa entre estas dos facciones. Morales anunció su intención de presentarse como candidato a las elecciones presidenciales de 2025, restando aún dos años de gobierno de Arce.
A esto le siguió el revés para Morales en la elección interna a presidente del MAS quel fue ganada por Grover Garcia, un dirigente de comunidades rurales de Cochabamba con varios años de trayectoria. El resultado fue ratificado por el Tribunal Supremo Electoral, y terminó por desplazar a Evo Morales del partido que lideró durante décadas.
Tras estos sucesos, Evo acusó al gobierno de Arce de querer impedir su candidatura. Incluso los dirigentes de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba (la organización de productores cocaleros de donde salió Morales como dirigente político, con mucho peso dentro del partido) indicaron que habría problemas serios si se impedía la candidatura de Morales a la presidencia.
Finalmente, hacia finales del 2024, el Tribunal Constitucional Plurinacional ratificó que Morales no podría presentarse como candidato para las elecciones de 2025. El Tribunal indicó que Morales no podía buscar una segunda reelección de forma consecutiva ni espaciada, algo que el expresidente, de hecho, ya ha hecho, al haber estado en la presidencia por casi 14 años. Esto fue posible porque se reformó la constitución tras su primera presidencia y el Tribunal Constitucional consideró que el primer mandato no contaba como previo al segundo y tercero por haber existido bajo una constitución diferente.
Ante esto, Morales decidió ser el candidato del partido Frente para la Victoria a través de un acuerdo con este, dados los acontecimientos sucedidos con el liderazgo del MAS mencionados anteriormente, pero este acuerdo fue roto. Tras otros intentos de Morales de establecerse como candidato presidencial de otros partidos, el Tribunal Constitucional ratificó en varias oportunidades la incapacidad del expresidente para hacerlo. Hubo muchas manifestaciones con incidentes y Morales incluso llamó a votar en blanco en las elecciones, por considerar que todo parte de la intención de Luis Arce de impedirle la participación.
La cuestión económica
Como fue mencionado anteriormente, el presente de Bolivia dista mucho de años anteriores. Y es que no solo la fractura en la dirigencia política del MAS es una evidencia de esto, sino que la situación económica, gravemente desmejorada, suma su grano de arena para explicar la debacle de la hegemonía del partido mencionado.
La inflación ha vuelto a ser un problema, rondando el 25% anual, y la escasez de divisas y combustible se agrava con el paso del tiempo, al igual que el déficit fiscal y la creciente falta de algunos productos básicos. El crecimiento económico se ha desacelerado y la situación económica desfavorable ha servido al discurso de la oposición, que incluye también a Morales.
Todo parece indicar que el conocido “milagro boliviano”, época donde la economía de Bolivia creció más que cualquier otra de la región, alentada por los buenos precios de los hidrocarburos que abundan en el país, ya no describe la actualidad. Además de la fluctuación de los precios, en Bolivia no se logró avanzar en otros pasos del proceso industrial más allá de la extracción del materias primas como el gas natural, situación similar a otros países de la región, lo que hace que su economía sea más sensible aún a los cambios en los precios internacionales.
Esta combinación de factores ha hecho que la sociedad boliviana parezca buscar un cambio en el terreno político, lo que nos lleva nuevamente a las elecciones que se terminaron de definir el pasado domingo 19 de octubre.
Los candidatos
Los dos candidatos que se enfrentaron a la segunda vuelta son los ya mencionados Rodrigo Paz Pereira y Jorge Quiroga.
El primero es el candidato del Partido Demócrata Cristiano, un partido tradicionalmente asociado a la Doctrina Social de la Iglesia y la idea de una tercera vía entre el capitalismo y el socialismo. Paz Pereira, hijo del expresidente boliviano Jaime Paz Zamora (1989-1993), ha vivido exiliado gran parte de su vida debido a que su familia huía de los gobiernos militares tristemente frecuentes en Bolivia. Es economista y sus principales propuestas giran alrededor de la descentralización del Estado, trasladando más dinero hacia las universidades públicas, la reforma de la justicia y la lucha contra la corrupción, y también lo que denominó “capitalismo para todos”, que consistirá en mayor facilidad para acceder a créditos y cambios tributarios para ayudar a ampliar la economía formal. Además, indicó que busca mantenerse alejado del Fondo Monetario Internacional, en sintonía con la actitud sostenida por Bolivia en el pasado.
Por otro lado, Jorge Quiroga, su oponente, está más asociado a la derecha conservadora tradicional de la región. Junto con su partido,la alianza Libertad y Democracia, proponia un cambio más radical en comparación con lo que considera “20 años perdidos” bajo la administración de izquierda.
Defensor del libre mercado, también busca una reforma de la justicia e impulsar la “productividad” del país. Uno de los cambios más significativos respecto al pasado se encuentra en la política exterior que promueve, signado por el cese de relaciones diplomáticas con Venezuela, Irán, y Cuba. Crítico del Mercosur pero favorable a la explotación del litio junto con Argentina y Chile y a la permanencia de su país en el BRICS, indicó además que buscaría atraer inversiones extranjeras y retomaría el contacto con organismos de los que Bolivia se ha alejado, como el Fondo Monetario Internacional.
Entre ambos contrincantes, este último se mostraba como el más propenso a aplicar lo que se ha denominado “motosierra” de Javier Milei en Argentina. Quiroga indicó que de llegar a la presidencia, usaría “la motosierra, el machete, la tijera, y todo lo que encuentre” para reducir los gastos estatales. Esto se debe a que una de los principales cuestionamientos que ha recibido el actual presidente Arce es la insostenibilidad de las empresas estatales que son deficitarias, además de la negativa a hacer un ajuste fiscal que dañara a los sectores menos favorecidos de la población.
Finalmente el 19 de octubre Rodrigo Paz ganó las elecciones y el 8 de noviembre asumió como presidente para un período de cinco años, con la presencia de los presidentes de Argentina, Chile, Ecuador, Uruguay y Paraguay, y representaciones de otros países, entre ellos EEUU.
Si bien durante su campaña manifestó que se mantendría alejado del FMI, después de ser elegido y en la semana anterior al 8 de noviembre, viajó a EEUU para entrevistarse con representantes del Fondo, del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, además de ser recibido por el Secretario de Estado de Donald Trump, Marco Rubio.
En medio de un panorama incierto, con problemas que se han recrudecido de forma acelerada, la única certeza que parece haber es que la hegemonía del MAS ha sido gravemente dañada y consigo ha traído un cambio impensado años atrás, el de una elección presidencial donde la izquierda no ocupó ningún lugar relevante. El actual presidente pareciera no representar a la ultra derecha más tradicional del país, e incluso en algunos aspectos de su relato guardaría algunas semejanzas con gobiernos anteriores, restara aguardar al comienzo de la nueva administración para echar un vistazo a cómo se verán los próximos años del país vecino.
*Victoria di Cosmo es Licenciada en Relaciones Internacionales e integrante del espacio «El Patio Trasero» y del observatorio de juventudes del ISEPCI.


