*Por Isaac Rudnik
El proceso inflacionario está lejos de estar en una pendiente descendente definitiva, el modelo asentado en el retraso del valor del dólar, la restricción del consumo interno y la apertura irrestricta de la economía, hasta ahora, no ha logrado consolidar un reflujo constante de las subas en los principales productos del consumo masivo. Los incrementos otorgados al Salario Mínimo vital y Móvil para los próximos meses –unos cinco mil pesos por mes de promedio- mientras el gobierno afirma que hay recuperación del poder adquisitivo de las remuneraciones, suenan más a burla que a argumento que merezca ser debatido.
En la última reunión del Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil realizada el 29 de abril pasado, que convoca periódicamente a representantes de los trabajadores, los empresarios y el gobierno, para definir los montos del Salario Mínimo para los meses siguientes, no consiguió un acuerdo entre las partes sobre el valor de estas remuneraciones mínimas. Por lo tanto, esta definición quedó en manos del gobierno.
En la semana siguiente la Secretaría de Trabajo de Nación, resolvió los incrementos hasta el mes de agosto.

Como estamos acostumbrados, todos los funcionarios del gobierno, desde el Presidente y el Ministro de Economía para abajo, hablan de una “fuerte recuperación del salario”.
Veamos a cuánto ascendió el incremento de los productos de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) sólo en el mes de abril.

Según el relevamiento de los 57 productos de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) que realizamos mensualmente en los comercios de cercanía de los barrios populares del Conurbano Bonaerense, sólo en abril la suba de estos productos fue del orden del 3,05% promedio. El aumento otorgado por el gobierno para el mes de mayo es de 1,8%, y hasta el mes de agosto llega al 6,5%. Esto significa que cuatro meses después, en agosto, los trabajadores que cobran el mínimo recibirán $ 19.400 más que en abril. Sólo en este último mes la CBA se incrementó $14,248,77, y la Canasta Básica Total (CBT) que además los alimentos básicos, incorpora un conjunto de bienes y servicios indispensables para la vida cotidiana, aumentó $32.485.46, o sea 67% más que el aumento que cobraran en los próximos cuatro meses.

Una familia de dos adultos/as y dos hijos/as pequeños, necesitó en abril $481.349,79 para adquirir su alimentación básica indispensable. Si tanto el jefe como la jefa del hogar tienen la “suerte” de tener ambos un trabajo registrado –aun con el salario mínimo- con $604.000 de ingresos en el hogar estarían cubriendo el valor de la CBA, estando entonces por encima de la línea de indigencia. Pero estarían muy lejos de llegar al $1.097.477,54 a que asciende la CBT, por lo que estarían por debajo de la línea de pobreza. Con dos trabajos registrados en el hogar no dejarían de estar en condiciones de pobreza.

De la mano de aumentos en el asado (17,14%); carne picada (10,39%); milanesas (14,15%); pescado (14,29%); el rubro carnes, con 9,8%, fue el principal impulsor de la suba de los alimentos en abril.
En suma, el proceso inflacionario está lejos de estar en una pendiente descendente definitiva, el modelo asentado en el retraso del valor del dólar, la restricción del consumo interno y la apertura irrestricta de la economía, hasta ahora, no ha logrado consolidar un reflujo constante de las subas en los principales productos del consumo masivo. Los incrementos otorgados al Salario Mínimo vital y Móvil para los próximos meses –unos cinco mil pesos por mes de promedio- mientras el gobierno afirma que hay recuperación del poder adquisitivo de las remuneraciones, suenan más a burla que a argumento que merezca ser debatido.



*Isaac Rudnik es Director Nacional del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCI).
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