*Por Victoria Di Cosmo
La ciudad de Montevideo fue recientemente el escenario de la 65° cumbre de presidentes del Mercosur, cuya presidencia pro tempore fue traspasada de Uruguay, en manos de su presidente saliente Luis Lacalle Pou, a Argentina, a cargo de Javier Milei. En la siguiente nota analizaremos lo más relevante que nos ha dejado la reunión y qué se puede esperar de la presidencia pro tempore del organismo bajo Milei.
La incorporación como miembro pleno de Bolivia
Esta cumbre ha sido la primera en la que Bolivia, país representado por su presidente Luis Arce, participa como miembro pleno de la organización integrada por Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.
Arce, entre otras cosas, mencionó la importancia del multilateralismo para el progreso de los pueblos que forman parte del Mercosur, por lo que reiteró su compromiso con reforzar la integración regional, en desmedro de factores externos, que a su criterio, atentan contra la democracia y la unidad.
Bolivia, que hoy en día afronta una compleja situación puertas adentro en los planos económico y político, se convirtió en miembro pleno tras ratificarse su adhesión por los Estados Partes como lo indica el protocolo. Esto sucedió en la cumbre 64° del organismo en el mes de julio de 2024, la cual tuvo lugar en Asunción, Paraguay. Su entrada en vigencia comenzaría 30 días después de la ratificación, por lo que la reciente cumbre de diciembre fue la primera como miembro pleno.
El camino hacia esto fue iniciado en 2015, cuando el por entonces presidente de Bolivia, Evo Morales firmó el protocolo de adhesión junto a los presidentes de los demás países miembros, entre los que aún se encontraba Venezuela. Este camino encontró muchos obstáculos hasta lograr el objetivo que le dió origen: Paraguay y Brasil en un principio no firmaron los protocolos correspondientes. Paraguay por su lado seguía arrastrando problemas constitucionales desde la destitución de Fernando Lugo en 2012, y Brasil enfrentaba el proceso de destitución de Dilma Rousseff y posterior asunción de Michel Temer, a quien le seguiría Jair Bolsonaro. Ninguno de los dos últimos mencionados dieron mucha importancia a la unidad regional ni a la continuidad del proceso de adhesión de Bolivia, país con quien mantenían diferencias ideológicas notorias.
La presidencia de facto de Jeanine Añez en Bolivia en 2019 tampoco ayudó a configurar la adhesión del país andino, por lo que aún faltarían años, idas y venidas diplomáticas y una nueva presidencia democrática para que Bolivia pasara de ser un país asociado a un miembro pleno, lo cual sucedió finalmente este 2024.
Esta nueva membresía, que marca un hito para la política exterior de Bolivia, puede traer múltiples beneficios económicos, ya que podría suponer un incremento del comercio con los países vecinos con mercados más amplios como Brasil y Argentina, además de atraer inversiones, que ayudarían a navegar una situación económica compleja debido a los problemas derivados de la escasez de materias primas claves para Bolivia como los hidrocarburos.
El acuerdo con la Unión Europea
Probablemente el aspecto más destacado de la última cumbre del Mercosur ha sido la consolidación del acuerdo regional con la Unión Europea. Si bien las negociaciones entre ambos bloques llevan más de dos décadas, el acuerdo de libre comercio ha sido firmado finalmente en 2024, con una notoria negativa por parte de Francia.
El objetivo principal del acuerdo es evitar medidas proteccionistas, por lo que la Unión Europea eliminará el 92% de los aranceles de exportaciones provenientes del Mercosur, mientras que este último lo hará en un 91%.
En 2019 ya se había logrado un avance significativo hacia el entendimiento de ambas partes cuando se concretó el acuerdo técnico, que daba fin a las negociaciones y abría el paso para el proceso de aprobación legal en los organismos de la Unión Europea para su posterior ratificación.
El camino hacia la firma efectiva del acuerdo comercial fue cuesta arriba, ya que hubo desafíos variados: la pandemia, por un lado, ralentizó cualquier intento de avance, mientras que diferencias en cuestiones como la ambiental y sobre todo la referente a agricultura tensaron las conversaciones. Sobre este último punto, Francia ha dado más que hablar entre sus vecinos europeos.
El sector agropecuario francés y sus sindicatos se niegan a dar el visto bueno a un acuerdo que facilitaría las importaciones agrícolas desde los países del Mercosur, ya que lo ven como un movimiento que no los beneficia en lo absoluto. Esto ha derivado en manifestaciones por parte de agricultores e incluso la confección de una carta de múltiples legisladores franceses dirigida a la presidenta de la Comisión Europea expresando su desacuerdo por lo que consideran condiciones no cumplidas en el acuerdo con el bloque sudamericano.
A pesar de los variados contratiempos, el acuerdo fue finalmente firmado en 2024. Actualmente la Unión Europea es el segundo socio comercial del Mercosur, llegando a la cifra de comercio de $110.000 millones de dólares en 2023. Además, según indica el informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, el 14% de las exportaciones del Mercosur van hacia países de la Unión Europea, mientras que este último exporta al bloque sudamericano un 20%. Estos porcentajes son menores que los observados por ejemplo al principio de las negociaciones entre ambos bloques hace dos décadas (24 y 26% respectivamente), por lo que se espera que tras la entrada en vigencia del acuerdo, los lazos comerciales tiendan a aumentar.
Por supuesto, hay otros actores que al igual que los trabajadores agrarios franceses, se resisten al acuerdo, por considerar que no traerá los beneficios que se suponen. Analistas políticos como el brasileño Jeferson Miola, señalan el peligro del acuerdo para los países del Mercosur. Miola explica que el acuerdo con la Unión Europea, lejos de fomentar la industrialización de las economías sudamericanas, tendrá el efecto de profundizar el papel de éstas como productores de materias primas, relegandolas a la desindustrialización. El lado B de esto, es que también permitirá la continuidad en la dependencia de importaciones de bienes manufacturados provenientes de los países europeos industrializados.
La importación de este tipo de bienes genera la falta de incentivo para invertir en el proceso de industrialización de los países sudamericanos miembros del Mercosur, que trae aparejado falta de empleo, explotación de las tierras usadas para cosechas, y una matriz económica general que depende de los precios internacionales de granos, minerales, y otras materias primas. En otras palabras, hunde a estos países en su rol de productores primarios, y dificulta su salida de esa situación.
La nueva presidencia pro tempore bajo Javier Milei
Como ha sido mencionado anteriormente, a partir de la última reunión del Mercosur, la presidencia pro tempore del organismo ha pasado a manos de Argentina, representada por Javier Milei.
La principal propuesta que este mandatario busca impulsar junto con el ministro de economía Luis Caputo, es la de la posibilidad de que los miembros del bloque puedan negociar y celebrar acuerdos unilaterales con terceros países sin necesitar el consentimiento de los demás miembros. Esto, según quienes lo promueven, agilizaría las negociaciones, aprovecharía las ventajas comparativas y el potencial exportador de cada país. Esto podría explicarse por la intención del mandatario argentino de firmar acuerdos de libre comercio con Estados Unidos y Donald Trump en su nueva presidencia.
Esto choca con la visión de otros líderes, principalmente de Lula Da Silva, quienes tienen como objetivo reforzar la unidad del bloque, como lo están haciendo otros bloques regionales alrededor del mundo.
La posibilidad de llegar a acuerdos unilaterales con otros países, no solo socava la unidad de la integración regional que supone el Mercosur, sino que además va en contra de algunos de los principios básicos sobre los cuales se fundó dicho bloque: el Tratado de Asunción (el acuerdo fundacional del Mercosur), impone a sus firmantes la adopción de un arancel externo común para países fuera del bloque, la coordinación en posturas en foros económicos comerciales (regionales e internacionales) y una política comercial común entre los miembros.
Todos los principios mencionados anteriormente son incongruentes con el objetivo y planteo de Milei para el rumbo del Mercosur, por lo que de llevarse a cabo, generará debates hacia dentro del bloque respecto a qué camino adoptar. De cumplirse la voluntad de Milei, la unidad del bloque, y por lo tanto su fuerza, se vería como mínimo comprometida.
Sin dudas el Mercosur se encuentra en un momento crucial de su existencia. Por un lado, si bien falta mucho tiempo para la entrada en vigencia del acuerdo con la Unión Europea (debido a que debe pasar por la aprobación de múltiples actores tanto nacionales como regionales), su implementación podría traer resultados que no fueran positivos a largo plazo para las economías sudamericanas, ya que las ataría a su ya tradicional rol de proveedoras de materias primas.
Por otro lado, el rumbo que busca seguir Javier Milei con el Mercosur, choca con los principios del bloque mismo y con los planes de otros mandatarios, quienes buscan profundizar la posición común entre los miembros. Esto podría derivar en debates y discusiones que estaban ya saldados por la simple adhesión a los principios estipulados en el Tratado de Asunción. El tiempo nos dirá qué camino elige seguir el Mercado Común del Sur.
*Victoria Di Cosmo es Licenciada en Relaciones Internacionales e integrante del espacio «El Patio Trasero» de nuestro instituto.
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