Desde 2016 las Canastas Básicas subieron 300%. AUH, jubilaciones y salarios mínimos sólo 200%.
Escriben: Isaac Rudnik y Juan Fresno
Según el relevamiento mensual de precios realizado desde el Índice Barrial de Precios (IBP) en 400 negocios de 20 distritos del conurbano bonaerense, en diciembre los precios de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) subieron 4,27%. Una familia de dos adultos/as y dos niños/as necesitó para cubrir sus alimentos básicos $14.541,11 (600 pesos más que en noviembre). La misma familia requirió $36.498,18 para saldar sus gastos totales, o sea unos $1500 más que en el mes anterior para no caer bajo la línea de pobreza.
En los últimos días, voceros del gobierno anterior buscaron minimizar las negativas consecuencias de las políticas del período Macri, que ampliaron los niveles de pobreza hasta llegar al 40% presente. Desde el FMI hasta el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, pasando por Centros de Investigación de orientación liberal o que trabajan con concepciones más heterodoxas, todos coinciden que en esa etapa que acaba de finalizar la pobreza y la indigencia se incrementaron hasta los impensados porcentajes actuales.
Sólo en los últimos tres años el valor de la Canasta de Alimentos subió en 180% y el de la Canasta Básica Total 192%. Los aumentos de la Jubilación Mínima (+149%), AUH (+149%), y Salario Mínimo (+178%) estuvieron varios puntos por debajo de esos incrementos.
Ni en diciembre de 2016 ni tres años después, aun cuando en algunos hogares pudieran contar con dos de estas remuneraciones mínimas, podrían sumar lo suficiente para saldar la Canasta Básica Total y estar por encima de la línea de pobreza.
Desde 2016 los incrementos más importantes se dieron entre los productos de almacén, seguido por frutas y verduras, y por último las carnes que subieron “sólo” un 163%. Como en el caso de las Canastas Básicas, estos aumentos estuvieron por encima de los incrementos de las remuneraciones.
Entre los alimentos que más aumentaron en el último trienio están los lácteos, carnes, frutas y verduras. La baja del consumo de estos productos es una consecuencia directa de la suba generalizada de sus precios, no compensada por los incrementos en salarios, jubilaciones y asignaciones sociales.
El crecimiento de la malnutrición, principalmente en niños, niñas y adolescentes, es a su vez una derivación insalvable que seguirá su curso, si no se corrige la brecha entre los aumentos de los precios en los alimentos esenciales para una alimentación saludable. Esto sumado a la retracción generalizada de las remuneraciones, que durante los últimos cuatro años se amplió aceleradamente.
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